Que en el caso de los casos de Garzón haya otras componentes más allá de las puramente judiciales, es posible. Que el juez hizo de su juzgado un sayo y de la ley lo que le salió de las puñetas de la toga, evidente. Que en algún caso su conducta ha sido reaccionaria y contraria a los principios de la libertad, de la seguridad jurídica y de lo que se viene entendiendo a lo largo de la historia como "progresismo" también. Que no lo entienda la "progresería", comprensible, puesto que "progresería" no es "progresismo", sino pura idolatría religiosa, con frecuencia, reaccionaria.
Los invito a leer en el diario tradicional de pasturaje de la izquierda: "El caso Garzón y el derecho de defensa Opinión (EL PAÍS del 13/02/2012)"
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