La insuperable alcaldesa de Avilés (la que nunca vio el déficit del Niemeyer), doña Pilar Varela, acaba de decir que el problema del soterramiento de las vías de tren en Avilés no es un problema de dinero (unos cuantos cientos de millones de euros), sino "de voluntad política".
Si ella tiene razón y las vías se sotierran con voluntad política y no con dinero, ¿cómo no creer entonces en el Génesis? Porque si para doña Pilar basta la voluntad para hacer el milagro (milagro que, por cierto, lleva quince años prometido y no realizado), ¿qué no podría hacer Dios, que según san Anselmo, lleva en su mismo concepto los máximos de bien, de existencia y de potencia? Así que, un día, "fiat lux" y hete ahí el sol y las estrellas", y otro día, como quien no quiere, separamos las aguas de la tierra. Seguramente ahora, vendrá doña Pilar y dirá "¡Viae, ad infera", y las vías se enterrarán solas.
No se crean ustedes, no se ponen solos, los elige el pueblo como los mejores.
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