Menos coches oficiales, ¿y...?


El Gobierno español aprobó en el Consejo de Ministros del pasado día 8, jueves, una reducción del parque móvil del Estado, que incluye una disminución del 66 % de los coches para altos cargos y del 53 % en el conjunto de la administración (del Estado dependiente de la Administración central), según anunció doña Soraya Sáenz de Santamaría.
La noticia agradó a quienes piensan que hay que ahorrar, hizo saltar de gozo a la jauría antipolítica y, al mismo tiempo, pedir "más", más en ayuntamientos, más en diputaciones, más en autonomía. Y, como siempre, en este rugir de pasiones o prejuicios se acabó la cosa.

Pero convendría hacerse algunas pregunta: Esos coches tendrían un chófer a su servicio, ¿o no?. Al menos, uno por cada dos coches. ¿Y qué va a ser de los chóferes? Por que es obvio que, en una administración ya sobrecargada, muy necesarios en otros destinos no lo son; y, por otro lado, tampoco es sencillo reconvertir un conductor en administrativo, en profesor o bombero.
¿Quedarán, pues, mano sobre mano, sin ocupación en los respectivos ministerios? Poco presentable, ¿no? Entonces, ¿habrá que rescindir sus contratos y echarlos a la calle? ¿Qué dirán entonces tantos de la jauría que alternan sus mandíbulas trituradoras de la política y los políticos con su mirada compasiva hacia los empleados (esto es, hacia la política)? ¿Protestarán si se los despide? ¿O creerá que se puede, al tiempo, dejar sin ocupación a los empleados -conductores- y mantenerlos al tiempo sin hacer nada a costa del erario público?
Bueno, lo mejor es lo de siempre: se protesta y manifiesta uno por el gasto; se protesta y manifiesta uno cuando se ahorra e, inevitablemente, se despide. Total, lo único que importa de verdad es satisfacer las pulsiones y los prejuicios propios y considerarse por encima de los demás.


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