A principios del 2003, el señor Zapatero transmitió en persona, y en el propio palacio de la Generalitat , al Conseller en Cap, señor Artur Mas, la promesa de que Cataluña y Euskadi tendrían más capacidad de autogobierno.
El 21 de enero de 2006, el Presidente del Gobierno de España, José Luis Rodríguez Zapatero y el jefe de la oposición de Cataluña, Artur Mas, se encerraron toda una tarde en La Moncloa y, tras fumar un montón de paquetes de tabaco, llegaron a un preacuerdo sobre la definición de Cataluña en el nuevo Estatuto y sobre el modelo de financiación.
Con posterioridad, el Tribunal Constitucional vertió agua en el vino de las promesas y libaciones de Rodríguez Zapatero y Artur Mas.
Para Artur Mas aquello hubo de ser una tomadura de pelo y una humillación personal. Algo de eso, sin duda, ha de pesar en su actitud y sus decisiones actuales (al margen de sus razones ideológicas, emocionales o estratégicas).
Y, para rematarlo, viene a "Madrid" a pedir un concierto económico a Mariano Rajoy y le dicen otra vez que no.
Al margen de otras cosas y de otras razones, en lo personal, Artur Mas ha de ser una ser buscando resarcirse de tanta humillación.
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