Güei, en LNE: La tentación de la barbarie (de la delación anónima)

(Trescribo, como davezu, los primeros párrafos)

La tentación de la barbarie

En contra de la delación anónima como método de lucha contra la corrupción

09.12.2017 | 03:43
La tentación de la barbarie
La sociedad española se halla en cruzada contra la corrupción política (si añado "política" a la palabra "corrupción" es para señalar que otras corrupciones, también económicas, escandalizan poco a la opinión pública).
Si justos la indignación y el escándalo por ello levantados, no hay que pasar por alto que en atizarlos a todas horas reside el negocio de algunas televisiones, comentaristas y partidos políticos. Y esa algarabía creada por todo ello permite ocultar algunos de nuestros graves problemas económicos, por ejemplo, el del déficit presupuestario y, sobre todo, la insuficiencia de ingresos de las pensiones. El ruido en torno a la corrupción política ha hecho pensar a muchos ciudadanos que con que los políticos -los del Gobierno, para la mayoría; todos, para muchos- no robasen o devolviesen lo robado nuestros problemas de empleo, paro y pensiones quedarían solucionados; lo que, a su vez, permite a algunos partidos tratar de vender productos milagrosos, algo así como gochos con cuatro jamones y cuatro llacones, todo ello sin colesterol.
En este contexto se está elaborando en Asturies una Ley de Transparencia y Buen Gobierno cuyo objetivo es el de poner coto a cualquier desviación de tipo delictivo en lo económico dentro de la Administración. Al respecto de dicha ley, elaborada en principio por el Gobierno, Podemos exige que se incluya en ella la figura de la delación anónima.
Es posible que la delación anónima facilitare en algún caso atajar las malas prácticas de un funcionario o un político, pero es más fácil aún que produjese acusaciones sin fundamento alguno.
No es necesario conocer mucho la naturaleza humana para saber que la envidia, el odio, el rencor, la malicia ideológica son pasiones que mueven a los seres humanos tanto o más que el afecto, la admiración o el agradecimiento. De esa forma, la delación anónima serviría más de instrumento de esas pasiones o intereses que de desinteresada forma de justicia. ¿No es eso lo que nos permiten ver permanentemente las redes sociales? Pero es que, además, la injuria que sobre el acusado, primero, e investigado, después, caería no se borraría nunca, como bien se sabe de aquellos casos de personas que, habiendo sido exoneradas de algún delito, ya nunca se libran del estigma del "algo habrá".

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