(Trescribo, como davezu, los primeros párrafos)
La tentación de la barbarie
En contra de la delación anónima como método de lucha contra la corrupción
xuan xosé sánchez vicente
09.12.2017 | 03:43
La tentación de la barbarie
La sociedad española se halla en cruzada contra la corrupción
política (si añado "política" a la palabra "corrupción" es para señalar
que otras corrupciones, también económicas, escandalizan poco a la
opinión pública).
Si justos la indignación y el escándalo por
ello levantados, no hay que pasar por alto que en atizarlos a todas
horas reside el negocio de algunas televisiones, comentaristas y
partidos políticos. Y esa algarabía creada por todo ello permite ocultar
algunos de nuestros graves problemas económicos, por ejemplo, el del
déficit presupuestario y, sobre todo, la insuficiencia de ingresos de
las pensiones. El ruido en torno a la corrupción política ha hecho
pensar a muchos ciudadanos que con que los políticos -los del Gobierno,
para la mayoría; todos, para muchos- no robasen o devolviesen lo robado
nuestros problemas de empleo, paro y pensiones quedarían solucionados;
lo que, a su vez, permite a algunos partidos tratar de vender productos
milagrosos, algo así como gochos con cuatro jamones y cuatro llacones,
todo ello sin colesterol.
En este contexto se está elaborando
en Asturies una Ley de Transparencia y Buen Gobierno cuyo objetivo es el
de poner coto a cualquier desviación de tipo delictivo en lo económico
dentro de la Administración. Al respecto de dicha ley, elaborada en
principio por el Gobierno, Podemos exige que se incluya en ella la
figura de la delación anónima.
Es posible que la delación
anónima facilitare en algún caso atajar las malas prácticas de un
funcionario o un político, pero es más fácil aún que produjese
acusaciones sin fundamento alguno.
No es necesario conocer
mucho la naturaleza humana para saber que la envidia, el odio, el
rencor, la malicia ideológica son pasiones que mueven a los seres
humanos tanto o más que el afecto, la admiración o el agradecimiento. De
esa forma, la delación anónima serviría más de instrumento de esas
pasiones o intereses que de desinteresada forma de justicia. ¿No es eso
lo que nos permiten ver permanentemente las redes sociales? Pero es que,
además, la injuria que sobre el acusado, primero, e investigado,
después, caería no se borraría nunca, como bien se sabe de aquellos
casos de personas que, habiendo sido exoneradas de algún delito, ya
nunca se libran del estigma del "algo habrá".
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