(Trescribo, como davezu, los primeros párrafos)
Mucho va de Lastra a Lastra
Las posturas enfrentadas de los socialistas en materias como la plurinacionalidad/federalismo o la quita de deuda a Cataluña
Xuan Xosé Sánchez Vicente 19.12.2017 | 03:19
Mucho va de Lastra a Lastra
Don Fernando Lastra es un muy buen parlamentario. De dialéctica afilada y expresión ordenada y clara, es capaz de sostener con firmeza cualquier posición que le toque defender. Y, siempre, tanto en los casos en que las tesis que defienda sean inciertas como en las que sean seguras, se advierte en el trasluz de su discurso que es consciente de que una parte de su argumentación pertenece al puro ejercicio de la dialéctica, del combate parlamentario.
De doña Adriana tengo un menor conocimiento, tan solo algunas perlas, como aquella que ponía como ejemplo de federalismo a Colombia, la que afirmaba que España es una nación de naciones culturales o aquella sobre la plurinacionalidad del Estado: "Asturias es un Principado de Asturias, pero sin embargo nosotros somos un Reino y usted sabe perfectamente que Reino y Principado son dos formas de gobierno distintas". Así.
Pero no es de las virtudes (políticas) o capacidades de ambos de lo que quiero hoy hablar, sino de sus posturas enfrentadas en materias en las que los asturianos nos jugamos muchas cosas: el discurso de la plurinacionalidad/federalismo (que nadie en el PSOE sabe lo que quiere decir, esto es, lo que quieren decir) y la quita de deuda a Cataluña propuesta por el señor Iceta. Estas propuestas, de llevarse a cabo, supondrán inevitablemente para los asturianos dos cosas: menos dinero para su financiación (puesto que habrá más para las naciones-naciones) y un estatus de segunda categoría en el conjunto de España. Digamos que don Fernando, y, al menos, el Presidente, don Javier, están en contra de esas propuestas, por su implicación económica fundamentalmente; doña Adriana, a favor, siguiendo en esto la doctrina oficial del partido, esto es, el Sánchez-PérezCastejonismo. Coyunturalmente, además, se han enfrentado ambos apellidos por el cupo para Euskadi.
¿Por qué razón don Fernando, que siempre ha sido un hombre de partido a tuerto y a derecho -apoyó en su día con entusiasmo, por ejemplo, el federalismo discriminatorio que el PSOE programó en Santillana, el germen de todo el lío catalán de hoy-, discrepa ahora de la línea oficial? Tal vez, porque, como me decía un exconsejero, "cuando uno llega al gobierno se da cuenta de las pijadas que decía en la oposición". Acaso. Acaso en ese puesto se sienta obligado, al menos parcialmente, a tener por su patria los intereses de los asturianos. Y, sin embargo, lo que no ven sus adversarios PérezCastejonistas, con doña Adriana a la cabeza, es que sigue siendo un hombre de partido, a cuyo servicio pone su ingenio y dialéctica. Así, por ejemplo, ha acusado al PP de dañar los intereses asturianos por haber aprobado el cupo vasco en función de sus objetivos, los de conseguir el voto del PNV para los presupuestos del 2018. En ese discurso, vehemente, silencia dos cosas: que su formación también lo votó y que en Euskadi el PNV gobierna con el apoyo del PSOE. De modo que no tenían los socialistas menos interés que el PP en aquella aprobación. Pero de eso, ¡chitón!
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