(Trescribo, como davezu, los primeros párrafos)
Lanza, una concreción de una visión del mundo
El desprecio hacia los "otros" en una parte de la sociedad española
Xuan Xosé Sánchez Vicente 26.12.2017 | 02:13
Lanza, una concreción de una visión del mundo
Decía Ortega que en el siglo XIX la mitad de Alemania se emborrachaba con cerveza y la otra mitad con ideas, lo que no excluye, evidentemente, pienso yo, un subconjunto que fuese la intersección de ambos conjuntos. De modo semejante existe en España un número muy importante de españoles que viven en una borrachera permanente que alimentan con el alcohol de sus discursos.
Esos discursos están construidos mediante una especie de comunismo más o menos vergonzante y, sobre todo, mediante una percepción alienada de la realidad, que son incapaces de ver sino a través de la retícula distorsionadora de sus emociones y su fe, lo que vienen a denominar "ideología".
Naturalmente, esa red discursivo-emocional que se sobrepone a la realidad está hecha de componentes múltiples que no se dan en todos los individuos que participan en ella con la misma intensidad o gradación, pero que sí atraviesan el conjunto en grado variable.
La más sorprendente de esas componentes es la que niega el carácter de democracia de nuestra democracia y ve en ella componentes que llaman "franquistas" o "fachas". Como si no tuviésemos independencia judicial, garantismo total ante cualquier acusación, elecciones absolutamente libres, libertad de pensamiento y expresión (pero no de saltarse las leyes, claro), etc. Y llega ello al colmo del disparate cuando oponen a nuestra democracia las virtudes de la II República, aquel fracaso de convivencia que unos y otros de los henchidos de discursos hicieron lo posible por destruir. Pero, en menos abstracto y más en concreto, piénsese si hoy sería posible poner en pie una Ley de Vagos y Maleantes como la de aquella República o acabar a cañonazos del ejército con la proclamación de independencia de Cataluña. Es posible que muchos de los que predican con este discurso sean conscientes de la ficción que entraña, y que lo utilicen únicamente como arma de seducción y combate, pero es seguro que la mayoría cree, en todo o en parte, la fábula.
Entre los vectores emocionales y discursivos ("ideológicos") se halla, en una parte no muy menor, la voluntad de eliminar las formas actuales de producción, de repartición de la riqueza, de la convivencia y de la política para construir una "sociedad nueva" (el eterno mito del "hombre nuevo" y de la "nueva sociedad", cuyas realidades y consecuencias tan bien conocemos), lo que va unido a una serie de pasiones negativas contra todos aquellos que no piensan como ellos, pasiones negativas que van del desprecio al odio, de la conversión en enemigos de los distintos a su cosificación como humanos carentes de humanidad. [...............................................................................................................................................]
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