(Asoleyóse en LA NUEVA ESPAÑA, el 28/10/19)
L’APRECEDERU
CON ASOMBRO DE
ESCUCHARLO
Con admiración de oírlo, al modo en que Rosaura se expresa
ante Segismundo en La vida es sueño: tecleen
ustedes las palabras “lobo”, “reses” y añadan después cualquier concejo
asturiano, de oriente o de occidente, y se verán sorprendidos por las cifras
del daño, por su incremento año a año y por la ampliación de los lugares donde
los ataques se producen.
Hagan ustedes una reflexión. Se encuentran en su casa y
periódicamente es asaltada por facinerosos que no le hacen daño a usted ni a su
familia, pero sí a sus inmuebles. El seguro lo resarce siempre de esos
perjuicios. Ahora bien, ¿seguiría usted viviendo ahí?
Esa es la realidad de una parte importante de nuestro mundo
rural. No se trata de que se paguen las ayudas por los daños del lobo, sino de
la impotencia que sigue a ello, la inseguridad, la ira e, incluso, el dolor por
el ganado muerto (son vidas segadas, al fin y al cabo). En esas circunstancias,
¿cómo no entender el abandono? Frente a esa realidad, todas las promesas de
ayudas al campo, los planes y discursos contra el despoblamiento no son más que
eso: discursos, palabrería. Porque la cuestión fundamental no se quiere
abordar, por interés electoral, por ensoñaciones discursivas y alienadoras.
En otro orden de cosas, me han impactado dos noticias. Una,
el abucheo a Pedro Sánchez al visitar el hospital de Sant Pau para ver a los
heridos. Si médicos, enfermeros y celadores tienen tampoco respeto a su decoro
profesional, ¿cuál es el nivel de enfermedad mental? Y una pregunta: ¿atenderán
con la diligencia necesaria a los hospitalizados que juzgan como sus opresores
o tardarán, por ejemplo, en llevarles la chata?
La otra noticia es, más bien, cómica. La UGT amenaza con
movilizaciones si no hay Gobierno tras el 10N. Por supuesto, aclaran, de
izquierdas.
A unos los pierde la ira, a otros, les bocayaes.
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