La fe no mueve montañas

                                   (Asoleyóse en La Nueva España del 7/2/10)


                          LA FE NO MUEVE MONTAÑAS.
          LA INDEPENDENCIA DE CATALUÑA

            ¡Todo tan normalino! El PSOE gobernará con UP por sus acuerdos y votos y los de algunos más. Entre ellos se encuentra el de ERC. Quizá merezca la pena recordar que ERC fue uno de los partidos que proclamó la independencia de Cataluña y que su Secretario General está en la cárcel por lo que es judicialmente una condena por sedición y malversación. Hay algo más: el que va a ser segundo del Ejecutivo pedriano, don Pablo, ha ido a la cárcel a negociar el apoyo de don Oriol, a quien ha dado las gracias por dicho apoyo. Más aún, en su intervención durante la investidura ha alabado “las convicciones democráticas” de quienes están hoy en la cárcel y el exilio por haber proclamado la independencia de Cataluña (lo que bien podía haber sido calificado como “golpe de Estado”, en todo caso, sedición).
            Pues bien, la afirmación de don Pablo viene a entrañar tres cosas: que saltarse la ley es democrático; que las leyes que prohíben separarse a un territorio al margen de la ley son, si legales, ilegítimas; que, en consecuencia, están condenados injustamente. El corolario es que están legitimados para repetirlo cuando quieran.
            Tienen, asimismo, el apoyo de Bildu, los herederos políticos y testamentarios de ETA. Admitamos que en este momento no tienen deuda alguna legal que pagar; incluso, admitamos su entrega entusiástica a la democracia. Ahora bien, que se permitan, ¡ellos!, calificar a España de una falsa democracia, al Rey de autoritario, a la Constitución como la “cárcel de pueblos”, parece un tanto intolerable. Que el pretendiente no haya efectuado ni una sola matización a ese discurso, cuando él y su partido caen de lleno en esa acusación que se hace a España desde el 78, parece un poco raro.
            En otro orden de cosas, el PSOE ha prometido una mesa entre iguales, entre el Gobierno de España y del la Generalitat, un gobierno que preside un insumiso frente a las sentencias de los órganos del Estado, que ha asegurado no acatará.
            ¡Todo tan normalino! ¿No les parece? Como en cualquier otro país.
            Pero volvamos a quienes han sido los socios más activos y aireados del PSOE, los de ERC. Ya sabemos que han proclamado la independencia de Cataluña (anulada por las leyes y los tribunales). El PSOE pone en sus manos, como en las de Bildu, la investidura y un acuerdo a largo plazo. ¿Porque han dejado de pretender la independencia? No. ¿Acaso han renunciado a la vía unilateral? De ningún modo. Lo han dicho tanto el encarcelado como  la dirección de ERC en el acuerdo para apoyar a Sánchez (lean, que no se lo oculten). ¿Entonces cuál es la razón para seguir adelante como si todo esto no existiese? El argumento es que hay que recurrir al diálogo como método para solucionar el conflicto. ¿Creen de verdad que el diálogo puede llevar a un acuerdo intermedio, como reiteran?
            Que haga como que lo cree el PSOE no tiene nada de extraño, a fin de cuentas el primer objetivo de un partido político es su negocio, sí, su negocio, el mantenimiento de su poder y sus puestos de trabajo. Claro que, para ello, no debe apartarse mucho de lo que quieren oír sus militantes y votantes, o de lo que están dispuestos a tragar. Pero lo primordial es eso, su poder y sus puestos de trabajo. Por eso estos días, por cierto, me mondaba de risa cuando algunos ilusos esperaban voces o actitudes de protesta en el partido de Pablo Iglesias.
            ¿Pero y tantos comentaristas y ciudadanos de la calle que creen que el diálogo puede solventar el problema? ¿Lo creen de verdad? A lo mejor lo que quieren decir —lo piensan, más o menos claramente, pero no lo manifiestan— es que el conflicto se solventa concediendo la independencia a Cataluña (y a Euskadi y a Galicia —oigan bien la intervención del diputado del BNG, que cree que es eso lo que se ha puesto en marcha—; y a los que vengan detrás, digo yo, ¿cómo no?, ¿con qué razón?), o sea, el derecho a ella, esto es, el derecho a decidir. Si es así, que tengan la valentía de decirlo, porque no merece entonces la pena perder el tiempo ni en mesas ni en misas (aunque París sí las valiera en su tiempo).
            Pero si no es así, y piensan que se puede llegar a una solución con los independentistas distinta a la del derecho a la independencia, ese pensamiento no tiene otro fundamento que su fe.
            Y es que acaso crean que la fe mueve montañas. Pero la fe nunca ha movido montañas, solo montañeros hacia la montaña, como bien dice el refrán sobre la sabiduría de Mahoma en trances imposibles.
            Por cierto, y para los ilusos que confían en el quórum del artículo 168 de la Constitución a fin de impedir la independencia por vías legales sin mayorías cualificadas: esta semana he leído tres fórmulas para saltarse dicho precepto. Dos de ellas las pueden ver ustedes aquí, en LA NUEVA ESPAÑA, en el artículo de Francisco Bastida del domingo 5. Porque, si no se estuviese pensando en eso, ¿a qué creen ustedes que se debe el que no se cite como marco legal de la negociación con Cataluña la Constitución, sino una fórmula, que, por cierto, parece seguir el modelo discursivo de los hermanos Marx, “La parte contratante de la primera parte…”, esta: En este sentido, ambas partes se comprometen a impulsar la efectividad de los acuerdos que se adopten a través de los procedimientos oportunos. Las medidas en que se materialicen los acuerdos serán sometidas en su caso a validación democrática a través de consulta a la ciudadanía de Cataluña de acuerdo con los mecanismos previstos o que puedan preverse en el marco del sistema jurídico-político”.

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