LA FE
NO MUEVE MONTAÑAS.
LA INDEPENDENCIA DE CATALUÑA
¡Todo
tan normalino! El PSOE gobernará con UP por sus acuerdos y votos y los de
algunos más. Entre ellos se encuentra el de ERC. Quizá merezca la pena recordar
que ERC fue uno de los partidos que proclamó la independencia de Cataluña y que
su Secretario General está en la cárcel por lo que es judicialmente una condena
por sedición y malversación. Hay algo más: el que va a ser segundo del
Ejecutivo pedriano, don Pablo, ha ido a la cárcel a negociar el apoyo de don
Oriol, a quien ha dado las gracias por dicho apoyo. Más aún, en su intervención
durante la investidura ha alabado “las convicciones democráticas” de quienes
están hoy en la cárcel y el exilio por haber proclamado la independencia de
Cataluña (lo que bien podía haber sido calificado como “golpe de Estado”, en
todo caso, sedición).
Pues
bien, la afirmación de don Pablo viene a entrañar tres cosas: que saltarse la
ley es democrático; que las leyes que prohíben separarse a un territorio al
margen de la ley son, si legales, ilegítimas; que, en consecuencia, están
condenados injustamente. El corolario es que están legitimados para repetirlo cuando
quieran.
Tienen,
asimismo, el apoyo de Bildu, los herederos políticos y testamentarios de ETA.
Admitamos que en este momento no tienen deuda alguna legal que pagar; incluso,
admitamos su entrega entusiástica a la democracia. Ahora bien, que se permitan,
¡ellos!, calificar a España de una falsa democracia, al Rey de autoritario, a
la Constitución como la “cárcel de pueblos”, parece un tanto intolerable. Que
el pretendiente no haya efectuado ni una sola matización a ese discurso, cuando
él y su partido caen de lleno en esa acusación que se hace a España desde el
78, parece un poco raro.
En
otro orden de cosas, el PSOE ha prometido una mesa entre iguales, entre el
Gobierno de España y del la Generalitat, un gobierno que preside un insumiso
frente a las sentencias de los órganos del Estado, que ha asegurado no acatará.
¡Todo
tan normalino! ¿No les parece? Como en cualquier otro país.
Pero
volvamos a quienes han sido los socios más activos y aireados del PSOE, los de ERC.
Ya sabemos que han proclamado la independencia de Cataluña (anulada por las
leyes y los tribunales). El PSOE pone en sus manos, como en las de Bildu, la
investidura y un acuerdo a largo plazo. ¿Porque han dejado de pretender la
independencia? No. ¿Acaso han renunciado a la vía unilateral? De ningún modo.
Lo han dicho tanto el encarcelado como
la dirección de ERC en el acuerdo para apoyar a Sánchez (lean, que no se
lo oculten). ¿Entonces cuál es la razón para seguir adelante como si todo esto
no existiese? El argumento es que hay que recurrir al diálogo como método para
solucionar el conflicto. ¿Creen de verdad que el diálogo puede llevar a un
acuerdo intermedio, como reiteran?
Que
haga como que lo cree el PSOE no tiene nada de extraño, a fin de cuentas el
primer objetivo de un partido político es su negocio, sí, su negocio, el
mantenimiento de su poder y sus puestos de trabajo. Claro que, para ello, no
debe apartarse mucho de lo que quieren oír sus militantes y votantes, o de lo
que están dispuestos a tragar. Pero lo primordial es eso, su poder y sus
puestos de trabajo. Por eso estos días, por cierto, me mondaba de risa cuando
algunos ilusos esperaban voces o actitudes de protesta en el partido de Pablo
Iglesias.
¿Pero
y tantos comentaristas y ciudadanos de la calle que creen que el diálogo puede
solventar el problema? ¿Lo creen de verdad? A lo mejor lo que quieren decir —lo
piensan, más o menos claramente, pero no lo manifiestan— es que el conflicto se
solventa concediendo la independencia a Cataluña (y a Euskadi y a Galicia —oigan
bien la intervención del diputado del BNG, que cree que es eso lo que se ha
puesto en marcha—; y a los que vengan detrás, digo yo, ¿cómo no?, ¿con qué
razón?), o sea, el derecho a ella, esto es, el derecho a decidir. Si es así,
que tengan la valentía de decirlo, porque no merece entonces la pena perder el
tiempo ni en mesas ni en misas (aunque París sí las valiera en su tiempo).
Pero
si no es así, y piensan que se puede llegar a una solución con los
independentistas distinta a la del derecho a la independencia, ese pensamiento
no tiene otro fundamento que su fe.
Y
es que acaso crean que la fe mueve montañas. Pero la fe nunca ha movido
montañas, solo montañeros hacia la montaña, como bien dice el refrán sobre la
sabiduría de Mahoma en trances imposibles.
Por
cierto, y para los ilusos que confían en el quórum del artículo 168 de la
Constitución a fin de impedir la independencia por vías legales sin mayorías
cualificadas: esta semana he leído tres fórmulas para saltarse dicho precepto.
Dos de ellas las pueden ver ustedes aquí, en LA NUEVA ESPAÑA, en el artículo de
Francisco Bastida del domingo 5. Porque, si no se estuviese pensando en eso, ¿a
qué creen ustedes que se debe el que no se cite como marco legal de la
negociación con Cataluña la Constitución, sino una fórmula, que, por cierto,
parece seguir el modelo discursivo de los hermanos Marx, “La parte contratante
de la primera parte…”, esta: “En este sentido, ambas partes se comprometen a impulsar la
efectividad de los acuerdos que se adopten a través de los procedimientos
oportunos. Las medidas en que se materialicen los acuerdos serán sometidas en
su caso a validación democrática a través de consulta a la ciudadanía de Cataluña
de acuerdo con los mecanismos previstos o que puedan preverse en el marco del
sistema jurídico-político”.
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