Xuan Xosé Sánchez Vicente: asturianista, profesor, político, escritor, poeta y ensayista. Articulista en la prensa asturiana, y tertuliano en los coloquios más democráticos. Biógrafo no autorizado de Abrilgüeyu
El lecho de Procusto de las ideaciones
(Esti 29/09/2024, en La Nueva España)
EL LECHO DE PROCUSTO DE LAS IDEACIONES
He aquí unos titulares de LNE (16 de septiembre): “Las ventas de vehículos eléctricos se desploman en Asturias”. “España está a la cola en matriculaciones y en Asturias las ventas caen un 50%”.
Para tener una perspectiva adecuada de la cuestión es necesario recordar que la fábrica de ensueños europea establece que en el 2035 quedará prohibido fabricar y vender vehículos automotores de combustión; por lo tanto, todos deben ser eléctricos.
Bien he ahí la voluntad y la teoría. Los fabricantes deberían estar produciendo vehículos sacros a todo pasto y los ciudadanos comprándolos. Y, sin embargo… ¿Qué está pasando? Pues que una cosa son los ensueños y los discursos y otra la dura realidad.
Para empezar, el coche eléctrico es mucho más caro que el de combustión, lo que requiere mayor capacidad de inversión para unos ciudadanos que, salvo los jubilados, han visto en estos años disminuir su capacidad adquisitiva. De hecho, lo que está aumentando exponencialmente es la compra de vehículos de segunda mano, lo que quiere decir que, al margen de las capacidades monetarias, la gente no quiere comprar un eléctrico, pero, vista la amenaza, tampoco invertir en un coche nuevo de combustión.
Pero, además, el uso del coche eléctrico tiene enormes problemas. Solo algunos: la inversión en puntos de recarga en los garajes particulares y la necesidad de ponerse de acuerdo con otros vecinos, si es comunitario; las limitaciones de la carga eléctrica para el número de kilómetros recorridos o el tiempo que se tarda en cargar el coche en carretera. Les doy un titular del 10 de septiembre de “La Voz de Galicia”: “Cargar un coche eléctrico en el 70% de la red gallega requiere entre 3 y 19 horas”.
Todo ello constituye un marco intensamente problemático que se complementa con la competencia desigual del eléctrico chino y que conlleva la destrucción de empresas y empleos, como está ocurriendo y alerta el informe Draghi.
En otra de las ideaciones, la del verde hidrógeno verde y la descarbonización a tuerto o a derecho del acero, nos encontramos con un lacerante desajuste entre el deseo y la realidad. Como ya se lo he contado hace poco, a ello les remito: https://www.lne.es/opinion/2024/09/15/acero-madrid-108150533.html. Déjenme añadirles que, en los últimos días, al problema ha venido a añadirse una fantasía con voluntad de remiendo, tejida por el ministro de Industria, Jordi Hereu: crear un consorcio (¿entre quiénes?) que ponga en marcha el DRI que de momento Arcelor no ve viable por los costos del hidrógeno verde, que fabrique acero (perdiendo dinero) y que después venda ese acero con pérdidas a Arcelor (¿para que este gane?). Se rumorea que el horno se llamara “Begoña 1”.
Otro de los lechos de Procusto en que se pretende que se acomode la realidad es el de la Ley de Bienestar Animal, constituida desde la perspectiva de que los animales son casi como las personas (o sin “casi”) y que, consecuentemente, tienen “derechos”. Pues bien, aparte de que ha sido redactada, como me gusta decir, “con las témporas”, por utilizar un eufemismo, y que ha provocado, por ejemplo, el abandono frecuente de mascotas, la norma ha venido a constituir un problema inabordable para muchos ayuntamientos, que no tienen capacidad para cumplir con las exigencias de la Ione, digo, de la Ley. Les copio de LA NUEVA ESPAÑA: “Tienen que implementar una larga lista de medidas, a menudo ‘inalcanzables’", según apuntan desde varios consistorios. Varios ejemplos: deben desarrollar "programas de control de identificación y cría autorizada y de gestión de colonias felinas" o "contar con un servicio de urgencia para la recogida y atención veterinaria de estos animales, disponible las veinticuatro horas del día". La normativa incluye labores como “la vacunación, desparasitación o proporcionar alimentos a los animales callejeros. Los ayuntamientos se están enfrentando a un laberinto legal, por la falta de medios propios para poder desarrollar todas estas normativas”.
Bueno, y a los ideacionistas procusteros, ¿qué diablos les importa eso? Ellos cumplen con su ensueño -y con el entorno que los empuja y los vota-, se repletan de las endorfinas subsiguientes al acto y, después, ¡allá la realidad!
Personas instruidas como son todas ellas, se dirán aquello de “Fiat justitia et pereat mundus”, es decir, “Hágase justicia (esto es, mi ideación) y perezca el mundo”, o, tal vez, de modo más prosaico, “que se j…”
P.S. No hace falta que les recuerde que Procusto era un bandido que invitaba a los viajeros a dormir en su lecho. Disponía de dos: si el viajero sobresalía en el que le tocase, comprimía sus huesos hasta ajustarlo a la yacija; si no llegaba, descoyuntaba sus huesos para estirarlos. La cuestión era hacerle tomar la medida justa del lecho que dispusiese el anfitrión. A costa de sus huesos y su vida, claro, o, como diría don Francisco de Quevedo, “a jornal de su pena y su cuidado”.
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