La gravísima situación en que nos encontramos —agravada, por cierto, por las convulsiones que Grecia desató con la convocatoria, de momento abortada, de un referéndum— tiene variables que no controlamos nosotros, desde el precio de las materias primas a los desajustes en el sistema financiero mundial. Pero tiene otras en las que sí podemos modificar la situación actual, incluso de forma inmediata, aun sin resolver los problemas de fondo de nuestra tecnología o de nuestra competitividad. Se trata de actuar sobre los márgenes en que —sin variar la actual coyuntura— las decisiones de inversión y contratación serían rentables para muchas empresas con solo algunos cambios en la legislación laboral o tributaria. Por ese camino se pueden crear de forma rápida unos cuantos cientos de miles de empleos. Ya he señalado aquí algunas de esas medidas; otras se proponen a diario por los expertos.
Pues bien, el próximo día 20-N el conjunto de los ciudadanos españoles pone en juego la elección de la opción política más adecuada para resolver la crisis en los parámetros sobre los que nosotros podemos actuar. Y, en esa medida, es poco lo que Asturies se juega o puede aportar, salvo su pequeña contribución alícuota a la selección de los rectores del Estado. Ahora bien, existe una fuerza política, Foro, que sostiene que su presencia en las Cortes Españolas aportaría una variable, un matiz, dentro de esa gran corriente principal: la de constituirse, desde esa plataforma parlamentaria, en mejor defensora de los intereses asturianos de lo que lo son y pueden ser otras fuerzas. No es ninguna extravagancia ni novedad. Ese, el de la defensa de intereses territoriales particulares, es el papel que juegan fuerzas de tipo «nacionalista» (CiU, PNV, ERC) o más bien «regionalista» (Coalición Canaria). Tampoco constituye ninguna novedad en Asturies, otras fuerzas lo vienen proponiendo desde hace mucho tiempo —con escasísimo éxito—. Lo distintivo, esta vez, son dos cuestiones: la primera, la altísima posibilidad (casi seguridad) de que Foro alcance representación en Madrid; la segunda, la composición sociológica de la mayoría de su electorado.
Y es en relación con esta segunda cuestión con la que los resultados de Foro en estas elecciones del 20-N alcanzan un doble interés: por un lado, de picante curiosidad o bilordería; por otro, porque, en alguna medida, serán a modo de entrañas de aves donde podremos intentar leer, al modo de arúspices, el futuro de esa fuerza política, su consolidación o no en el sistema de partidos asturiano (y, de paso, la aparición de una nueva emocionalidad política estable entre nuestros conciudadanos).
Es de sobra sabido que la mayoría de los votantes de Foro provienen del PP, y, muy particularmente, de aquellos sectores del PP menos amigos de «bromas autonomistas», de peculiaridades regionales o de identidades culturales. Debe aclararse, también, que gran parte de ese voto no ha ido a Álvarez-Cascos (y, como consecuencia, a Foro) por su asturianismo, sino por su peculiar leyenda de eficacia y autoridad, por el desprecio o hastío hacia los órganos dirigentes del PP en Asturies y, en el aspecto factual, porque «venía de Madrid», esto es, porque era un personaje.
Pues bien, la pelea entre PP y Foro es una pelea a muerte por hacerse «para siempre» con el voto (con el votante, diríamos mejor) asturiano del centro derecha y conquistar la hegemonía (o recuperarla) a costa del rival. En esa medida, el mayor o menor éxito de Foro, es decir, de Álvarez-Cascos por delegación en Álvarez Sostres, definirá en qué medida, en una situación de tensión máxima social, política y económica, los votantes del PP que en su día se deslizaron hacia Foro mantienen su fidelidad emocional (construida, repetimos, entre otros parámetros, por la nada falsa idea de ineficacia absoluta del PP en Asturies) o si consideran que la variable forista es una cuestión de menor grado, sólo coyuntural (para las elecciones del pasado mayo) o sólo local (únicamente, en su caso, para las municipales y autonómicas). La observación de esa variable permitirá hacer alguna conjetura fundamentada sobre la evolución y consolidación de Foro en el sistema de partidos asturiano.
Por cierto, uno de estos días les manifestaré lo que yo estimo que serán los resultados de Foro y cuáles serían buenos o malos para ellos. De momento, baste con apuntar que presumen de que obtendrán cuatro o cinco escaños, tres o cuatro aquí y uno o dos en Madrid. Permítanme señalar que ese cálculo se podría calificar con las mismas palabas con que Mark Twain valoró la noticia sobre su muerte, que algunos periódicos habían publicado: «La información ha sido notablemente hinchada», proclamaba el telegrama en que se rectificaba la errónea nueva.
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