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Doi equí'l comienzu del mesmu:
La farsa griega
El trampantojo del Gobierno heleno para ocultar lo más posible las promesas electorales incumplidas
03.03.2015 | 03:58
Xuan Xosé Sánchez Vicente Conocerán ustedes la parábola: un candidato llega a un pueblo y promete un puente nuevo para el río. Una voz le hace saber que en el pueblo no hay curso fluvial. "No importa -replica- pondremos uno". Es una fábula incompleta, obvia el final: a quien el pueblo vota es precisamente a quien les ha prometido puente y río, no al candidato rival que, sobre señalar el imposible, había afirmado que no habría dinero para ello.
Pues bien, eso es exactamente lo que ha ocurrido en Grecia; y, naturalmente, lo que sucede a continuación, una vez electo el prometedor generoso, es que resulta necesario idear una ficción para ocultar lo más posible la ausencia de río y de puente o para hacer ver a los incautos que la culpa no es de quien los engañó, sino de otros. Es el segundo acto de la farsa. Y en ella han empleado a un galán con, por lo visto, maneras de seductor, el calvo y bien labiado Yanis Varufakis, que, al modo de un prestímano, ha hecho lo posible por intentar hacer ver a los griegos -y a las cohortes de empáticos con los griegos syriceros- que la realidad no era tal, sino que tenía el seductor dibujo de la quimera electoral.
Las instituciones europeas y algunas capitales del continente han sido el principal escenario del trampantojo llevado a las tablas por el bululú Yanis (ya ven por dónde, inventores de todos los géneros teatrales, los griegos han añadido ahora a su acervo la vieja fórmula española del comediante único); pero junto a ese gran escenario ha habido otros secundarios, donde otros representantes han mimado la misma obra o fragmentos y discursos de la misma.
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