Xuan Xosé Sánchez Vicente: asturianista, profesor, político, escritor, poeta y ensayista. Articulista en la prensa asturiana, y tertuliano en los coloquios más democráticos. Biógrafo no autorizado de Abrilgüeyu
Ayer, en La Nueva España: Vieyera, Xuventú y Amor
Ayer, en La Nueva España
Asturianos ilustres
Ayer, en La Nueva España: La economía mágica de doña Yolanda Díaz
Ayer, en La Nueva España: Casi siempre sigue (a peor)
L’APRECEDERU
CASI SIEMPRE SIGUE (A PEOR)
Se lo he dicho a ustedes hace pocas
semanas: “Van a por ellos”. Se trata de expulsar de las zonas rurales norteñas
a sus habitantes productivos, a aquellos que no vivan de las pensiones o las
subvenciones. El campo, para el señorito dominante, ecologista o vividor de las
urnas, ha de ser un paisaje vacío para grabar vídeos o pasearse ocasionalmente
por él con sus hijos o “allegados”.
LA NUEVA ESPAÑA nos ha ofrecido
esta semana pasada dos ejemplos más de ese acoso y voluntad de exterminio. El
primero, el fin de la moratoria de caza en el Parque Nacional. Esa decisión
tiene efectos devastadores sobre toda la zona, no solo para aquellos de sus
habitantes que practicaban la caza, sino para el amplio entorno que vivía de
los desplazamientos provocados por esa actividad: hoteles, guías, restaurantes,
gasolineras… El parque ha dejado de ser una fuente de ingresos, para
convertirse únicamente en una de gastos. Y añadan ahora el problema del
crecimiento descontrolado de las alimañas, sin tasa alguna.
El segundo es
el testimonio del quesero más joven de
queso gamonéu. Los titulares impulsan a la compasión y al aplauso: “Quiero
criar a mis hijos en los Picos, que el lobo no me eche”, “no deseo vivir de ayudas ni de daños, sino
de lo que nos animales nos dan, pero esto se está yendo de las manos”. Y si
leen el contenido, la indignación por las continuadas mentiras y burlas
de que son objeto estos asturianos los llevarán a ustedes al borde de la
apoplejía.
Si el marqués de Pidal, el
impulsor de la red de parques nacionales y el creador del de Covadonga, viera
esto hoy sé lo que diría. Porque la caza era para él parte sustancial del
recinto protegido, y, sobre todo, porque conocía la vida de los paisanos y los
pastores y nunca se le hubiera ocurrido acabar con ella.
Ayer, en La Nueva España: ¿Cómo lo sabe, señor Barbón?
¿CÓMO LO SABE, SEÑOR BARBÓN?
En vísperas de levantar los cierres perimetrales de los concejos asturianos que los tenían, nuestro Presidente manifestó que los mismos “no eran tan eficaces como creían”. ¿Y cómo lo sabe el señor Barbón?, porque eso nadie puede saberlo. Los cierres perimetrales se establecen para que de las zonas con mucha incidencia del coronavirus no salgan ciudadanos que lleven la enfermedad a otros lugares o para que no entren en ellas otros que provienen de zonas con escasa incidencia de ella, y así se ha practicado desde Wuhán para acá. Y lo siguen haciendo en Madrid, en Andalucía, en Cataluña…, en toda España. Algo tendrá el agua, digo yo, cuando la bendicen. En todo caso, nadie sabe cuánto traslado de la enfermedad evitan.
Es cierto que ello no impide que en el interior de las zonas acorripiadas los contagios sigan creciendo hasta evolucionar a su techo. Incluso, yendo a peor, como ha pasado en Avilés, con una tasa de contagios en catorce días que duplica a la d’Uviéu, supera a la de Xixón y es peor que la existente antes del cierre perimetral.
De todas formas, hay situaciones en las que los cierres perimetrales tienen una eficacia dudosa y, posiblemente sin contribuir de forma notable al freno en la expansión del virus, causan incomodidades a los vecinos que no tienen explicación: viajar a las segundas residencias, por ejemplo, o ir a espacios naturales de paseo. Cuando el comercio no está abierto, salvo fundamentalmente para la alimentación, y los viajes son posibles para trabajar, estudiar, por motivos de salud u otros “justificables”, no sé ve muy bien cómo podrían producirse desplazamientos de riesgo considerables fuera del lugar de residencia.
En ese sentido, cabe señalar que las autoridades actúan con un cañón de disparo poco fino, que cubre mucha superficie, aunque es poco eficaz en una parte de ella. Es entendible, pero acaso debería pedirse un poco más de “finura”. ¿Qué sentido tuvo, por ejemplo, tener cerrado el pequeño comercio, o que, cuando se abre, se dejen inicialmente fuera mueblerías o concesionarios de coches, fuese cual fuese su superficie? ¿Se esperaban acumulaciones multitudinarias en esos lugares?
El Gobierno de Barbón, que no lo hace, en general, mal, es en ocasiones como esta que hemos citado, víctima de algunos de sus prejuicios. Por ejemplo, de su negativa inicial en hacer algunos tipos de test distintos a los PCR, inevitables al final. El ejemplo más patente de esos prejuicios lo evidenció un asesor científico del Gobierno cuando la maligna Madrid empezó a mejorar notablemente, mientras los demás empeoraban: “Estoy seguro —dijo— que ocultan datos, además los test que realizan tiene poca fiabilidad”. ¿Se puede manifestar más fe de la clase que provoca ceguera?
Es también víctima el señor Barbón de aquello de lo que más presumía: la inveterada gestión socialista de la sanidad asturiana. A ver, un poco de memoria histórica. ¿Se acuerdan del señor Areces y su consejero de sanidad presumiendo de que el HUCA se construiría con un número relativamente pequeño de camas porque ahora los enfermos las ocupaban pocos días y muchas patologías se tratarían ambulatoriamente? ¿No? Pues búsquenlo. Y ahora sumen los retrasos en la remodelación de Cabueñes, responsabilidad entera del inveterado socialismo gobernante asturiano. Y así es, que las tasas de ocupación de camas en planta y de UCIS son de las más altas de España, sino las más, lo que no se debe solo a que tenemos muchos enfermos de edad (el denominador), sino también a que tenemos pocas camas disponibles, tanto en planta como en UCI (el numerador).
Por otro lado, una anotación “real” sobre la incidencia de la afección de la pandemia “en la calle” tal vez ayudaría. Llevamos mucho tiempo algunos (por ejemplo, don Juan Luis Fernández e mais eu) diciendo que habría que separar en el cómputo de los infectados los de las residencias de ancianos, que distorsionan “la cuenta de la calle”. Así mismo, añado, habría que volver a calcular la tasa de positividad sobre el número de infectados y no sobre el número total de pruebas de PCR realizadas (que incluye las repetidas a enfermos). Sólo con la modificación de este ultimo parámetro, podemos ver que andamos en una tasa de positividad inferior al 5 %.
Lo que, al menos, produce otra impresión y, a lo mejor, ayuda a tomar otras medidas de cara al siguiente emburrión del virus. Porque la quiebra social y económica está ahí, no lo olvidemos.
Ayer, en La Nueva España: Vicios nacionales: Señas de identidad
L’APRECEDERU
VICIOS NACIONALES: SEÑAS DE IDENTIDAD
Me sorprende ver que vecinos del conceyu de Xixón se quejan de los pasos a nivel de su localidad. ¿En Xixón y en el siglo XXI? Después me doy cuenta de que es un problema general en toda Asturies, con noticias de esa índole que saltan de vez en cuando y que, incluso, en Llanes la eliminación de pasos a nivel se ha sometido a consulta popular y llevado después a pleno concejil.
Pero no debería sorprenderme. No somos tan modernos, ni tan limpios, ni tan ecológicos como creemos. Pensemos nada más en cuántos pueblos siguen sin saneamiento. ¿Y cómo no iba a ser así si las mayores ciudades asturianas siguen sin acabar sus procesos de depuración de las aguas residuales?
Parece que esa falta de “modernidad”, ese atentado contra la salubridad y el medio ambiente, se ha convertido en una más de nuestras inveteradas señas de identidad, como lo son las continuas polémicas localistas, en especial, las que, al final, se resuelven sin que parezca abordarse lo principal. Así, la pugna Uviéu-Xixón por los actos del Xacobeo y el camino de Santiago del año que viene, que terminó con el acuerdo que parece que ya existía desde el principio, como no podía ser de otra forma. Mucho ruido, pero lo principal, dinero y proyectos, aún sin resolver a estas alturas.
La participación en los cribados para convivientes con mayores no ha tenido más que un éxito relativo. ¿Pasotismo? ¿Ignorancia? Tal vez una manifestación más de eso que yo llamo “la inexistencia de Asturies”: una parte importante de la población no recibe más información que la que llega de Madrid e ignora lo de aquí.
Por cierto, parece que, frente a los arúspices alemanes que presagiaban unas Navidades terribles en Asturies, van a tener más acierto las predicciones de nuestros don Juan Luis y doña Zulima, que aquí, en LA NUEVA ESPAÑA, se vienen publicando.
Ayer en La Nueva España: Contemos las cosas como nos interesa
CONTEMOS
LAS COSAS COMO NOS INTERESA
«En
la cuestión de la protección del lobo —ha dicho el Secretario de Medio
Medioambiente, y ha repetido tras él el
lobby de los lobos— hay que seguir el criterio de los científicos», que ya
saben ustedes cuál es: convertirlos en intocables sean cuales sean los daños e
inconvenientes que produzcan en ganados o ganaderos.
La
afirmación debe responderse con una pregunta: ¿pero qué pintan aquí los
científicos? Quienes deben establecer lo que debe hacerse con el lobo deben ser
los políticos y los ciudadanos, decidiendo, en primer lugar, cuáles son los
bienes a preservar en caso de conflicto, ¿los de los humanos-ganaderos o los de
los animales-lobos? Y, a partir de ahí, y tomada una decisión sobre la
prelación de intereses, se acude a los expertos. ¿Biólogos, acaso? Es posible,
en todo caso fíjense que utilizan la palabra “científicos”, una “divina
palabra”, que invita más a la prosternación y el silencio acrítico que otras
acaso más precisas.
Sucedía
el lunes 30 de noviembre, Pablo Iglesias, Arnaldo Otegi y Marta Villalba
(portavoz de ERC) atacaban el “dumping” fiscal de Madrid y, al tiempo,
defendían los conciertos vasco y navarro. «Son otra cosa», afirmaron. Y don
Pablo afirmó que quienes hablan de esos conciertos no quieren hablar de Isabel
Díaz Ayuso.
No
hace falta que les aclare cuál es la discusión. Ni tampoco que les diga que los
ciudadanos y empresas de Navarra y Euskadi tienen una fiscalidad más
beneficiosa que los españoles del resto del Estado, ni que están también mejor
financiadas esas comunidades que las demás. En LA NUEVA ESPAÑA del domingo 29
de noviembre catedráticos y economistas certificaban lo que sabe todo el mundo
que quiere saberlo: “El desajuste tributario no lo causa Madrid, sino el
régimen foral”. Pero, ¡ay amigo!, de eso esos partidos no quieren hablar, por
muchas razones. Para unos es su negocio económico, para los tres su negocio
político futuro, en una alianza que pretende arrastrar o desbancar al PSOE.
Habría que preguntarse, además, para entender el fondo de su “amor”, cuántas
veces condenó don Pablo a ETA y al movimiento que la sostenía. Acudamos a quien
lo sabe, don Nicolás Redondo: “Él estaba en las herriko-tabernas alabando a la
banda terrorista y a sus cómplices cuando su único legado eran los asesinatos,
los secuestros y las extorsiones”.
Por
lo demás, cuánto se parece el sofisma argumental de don Pablo (los conciertos
vasco y navarro no son dumping fiscal, “son otra cosa”) a aquella otra falacia
de don Gaspar Llamazares: “Cuba no es una dictadura, es otra cosa, es una
revolución”. Ya lo ven: idéntico magma ideológico, igual niebla argumental
ocultadora.
No
quiero dejar de transmitirles un dato más sobre la estafa a los 45.000
asturianos cuyo dinero y tiempo se vio reducido al pasar la ITV, por darles
esta un plazo menor para la renovación de su futura inspección. Les he dicho
que el motivo último era la pasta, ¿verdad? Pues he aquí lo que dice el Supremo
al hacer firme su primera resolución en contra de la Orden del 15 de mayo
del Ministerio de Salud y su
aprovechamiento por los gobiernos autonómicos: “aunque ve loable la pretensión
de asegurar la supervivencia económica de las estaciones de ITV, que, como
otros sectores, se ha visto afectado por la menor actividad fruto de la crisis sanitaria,
entiende que dicho objetivo puede alcanzarse por otras vías, sin necesidad de
imponer cargas a los particulares”. Así que, remedando el lema de la Guardia
Civil, bien podrían estampar en Suárez de la Riva: “Todo por la pasta”.
Y
ahora que vengan a contarles a ustedes cuentos solidarios. Si acaso, a costa de
sus bolsillos.
Ayer, en La Nueva España: Animalinos de Dios
L’APRECEDERU
ANIMALINOS DE DIOS
LA NUEVA ESPAÑA del 19/11/2020: “Tres colegios estrenarán un plan para reducir el número de las palomas en sus instalaciones”. “El proyecto plantea la captura de ejemplares y la retirada de nidos”. Me sorprendo porque creía que era esta una cuestión que ya habría sido resuelta hace tiempo.
Todos ustedes conocerán zonas de sus ciudades infestadas de palomas, esas ratas de ciudad cuya suciedad y peligrosidad no debe ocultar el que hayan sido tomadas como emblemas del Paracleto o de Venus. Una observación descuidada advierte enseguida que esas zonas van a más, entre otras cosas, porque siempre hay ciudadanos que se entretienen en alimentarlas.
¿Qué es lo que me ha sorprendido, entonces? Pues que cada año los ayuntamientos anuncian el número de nidos de palomas retirados, así como el de gaviotas. De ser ciertas o eficaces estas medidas, las poblaciones de ambas aves deberían decrecer, y no seguir aumentando. Luego esas medidas o no se toman o no surten efecto, acaso porque el mal no se ataca de raíz.
Los ciudadanos llevamos tiempo enfrentándonos a problemas con el mundo animal, en parte por la desaparición del mundo rural, pero fundamentalmente por nuestra visión waltdisneidiana de la realidad. Ahí tienen al jabalí paseando por la calle Uría, por Rivero, por Pumarín, sin que parezca que nadie quiera enfrentar el problema.
Pero esos conflictos son en ocasiones de otra índole. Tales los de las molestias que presentan las mascotas urbanas. Así, una ordenanza praviana sancionará los ladridos en horas nocturnas. En otros casos, el ruido de los animales provoca curiosas cuestiones convivenciales y judiciales. ¿Se acuerdan ustedes de aquel hostelero que denunció al vecino que tenía un gallinero cuyo señor cacareaba con la del alba?
¿Pensaban que me refería a los de dos patas, a los que te abordan sin mascarilla o a quienes ingurgitan sin crítica lo que les cuentan sus patriarcas? Eso, para otro momento.