Carteles desorientativos y otros


Estos días he andado por Galicia. Una vez más, he podido comprobar cómo los carteles orientadores en las carreteras son, en bastantes ocasiones, una oportunidad para la orientación, el despiste e, incluso, el accidente.

En primer lugar, son innumerables, los indicadores que, de repente, desaparecen. Esto es, uno toma una dirección, hacia una carretera nacional, por ejemplo, y, después de unos kilómetros, la pista se pierde, bien porque no haya el cartel indicador que nos oriente en una desviación o cruce, bien porque, de repente, Tráfico haya decidido señalar otra localidad más prósima y no aquella hacia la que nos dirigíamos y a la que nos venía guiando hasta ahora. Del mismo modo, son innumerables los carteles que sólo se ven cuando se está encima ya de ellos o los que están colocados de tal modo que es dudoso hacia dónde están señalando.


En otros casos, encontramos un puro disparate, peligroso, por cierto, a veces. Por ejemplo, en Lugo a la izquierda de la nacional 634, a la altura del restaurante A Voltiña, vemos un cartel del máximo tamaño de los que coloca Fomento que dice: "O Grove, Vigo". Esos "Vigo" y "O Grove" son dos minúsculas y respetables aldeas, pero el tamaño del cartel propicia el entender que se trata de dos poblaciones importantes, es decir, que se trata de los "Vigo" y "O Grove" más famosos (aunque sea difícil de entender cómo se podría ir a ellos desde allí.

Me comenta la patrona del restaurante A Voltiña (por cierto, un establecimiento magníficamente remodelado, encantador, con excelente trato y servicio) que es muy frecuente que la gente se despiste con ese indicador; más aún, que, en medio de la carretera, peguen un volantazo brusco e incluso que salten la continua. ¡Ya ven ustedes adónde lleva la falta de sentido común!

En otros casos, nos encontramos con una pura estafa. Así, a la altura de Santiago se nos anuncia la A-54 a Lugo. La A-54 es un miserable tramo de autopista de unos pocos, poquísimos kilómetros, cuya continuación es la N-534, una carretera -de buen firme, eso sí- en la que apenas hay tramos para adelantar y en cuyo discurso se encuentran decenas de pueblos que hay que atravesar a 50 por hora y respetar cruces, peatones, pasos cebra, etc. De modo que quien esperaba realizar un rápido viaje se encuentra sumido en una ruta interminable.

Y es que las Jefaturas de Tráfico, Tráfico mismo, y muchos de los ingenieros de tráfico no están para ayudarnos y solucionar nuestros problemas, sino para realizar las misma funciones del T(ribunal) C(onstitucional), estro es, Tocarnos los... 

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