Estos son Zapatero y el PSOE: Legislando con las témporas


Ahora que hasta El País parece saber quién es en realidad Zapatero y su contribución al desastre de todos estos años, publicaremos aquí una serie de artículos que, desde 2004, vienen señalando ya qué tipo de plaga nos había caído encima. Con todo, en la mayoría de ellos se señala lo fundamental: que Zapatero no es un selenita caído del cielo, que fue, en su día, escogido como el mejor de entre todos los afiliados al PSOE y que su desastrosa política fue apoyada, aplaudida y jaleada por todos los afiliados y cargos públicos del PSOE, así como por todas las organizaciones territoriales del mismo. De la misma forma, fue aplaudido, apoyado y jaleado por muchos ciudadanos. Pero nunca, ni él ni su política fueron distintos. Desde antes de acceder al poder ya era una catástrofe anunciada: su incapacidad, evidente; su ignorancia, patente; su desprecio por la realidad, notable; su adanismo y sectarismo, totales: y fue eso precisamente lo que apoyaron los afiliados del PSOE y los votantes. ¡Que ahora no se llamen a andana!

LEGISLANDO CON LAS TÉMPORAS
(28/09/06)



Esperaríamos que las leyes se hicieran atendiendo al interés general o que, cuando se hacen para proteger una parte de la sociedad, su efecto real fuese el buscado, no uno adventicio, y que, por añadidura, no tuviesen efectos inducidos negativos o que no se aprovechase su confección para dañar los intereses de terceros. Exigible sería, asimismo, que estuviesen bien redactadas y articuladas, y, por tanto, siendo claras y precisas, no entrañasen interpretaciones contradictorias o variables, ni colisionasen con otras. Finalmente, sería deseable que se legislase desde el conocimiento de la realidad, esto es, por ejemplo, que queriendo dictar normas sobre los automóviles, no se desconociese que se desplazan sobre ruedas y emplean combustible como fuerza motriz. ¿Es ello así? La realidad, más bien, se parece a este desideratum tanto como un computador a una compota.

En general, los diputados legislan con la vista puesta en los titulares de prensa, en los grupos de presión próximos a ellos y, con mucha frecuencia, con la única o principal mira de “quedar bonito” con su entorno más inmediato y los periodistas que los rodean. Sea cual sea la postura que pasa como la políticamente correcta, los diputados y los partidos, en más o en menos, procurarán correr lo más posible en esa dirección. No importa para nada que lo legislado no afecte a la realidad o que tenga resultados desastrosos sobre ella, lo único relevante es quedar bien en el titular del día.

Algunos ejemplos recientes. Sobre la “Protección de la clientela en relación con la comercialización de determinados bienes” (los llamados “bienes tangibles”, los productos como sellos y otras inversiones como antigüedades u obras de arte, del tipo que negociaban entidades como Forum y Afinsa), los padres de la patria no se acordaron hasta la adicional cuarta de la Ley 35/2003, de 4 de noviembre, de Instituciones de Inversión Colectiva, en la que se introdujo una norma que debería desarrollarse reglamentariamente. Tras esa fecha aparecieron dos leyes (5/2005, de 22 de abril, de supervisión de los conglomerados financieros y por la que se modifican otras leyes del sector financiero; 25/2005, de 24 de noviembre, reguladora de las entidades de capital-riesgo y sus sociedades gestoras) y cuatro decretos (303/2004, de 20 de febrero; 54/2005, de 21 de enero; 1309/2005, de 4 de noviembre; 1332/2005, de 11 de noviembre) sobre control de sociedades e inversiones. Sin embargo la normativa siguió sin desarrollarse y el último texto al respecto de la cuestión hubo de ser el del reconocimiento de la catástrofe, el “RD. 613/2006, de 19 de mayo, de concesión de subvenciones a asociaciones de consumidores para el apoyo y asesoramiento de los afectados por la situación de las empresas Afinsa Bienes Tangibles, Sociedad Anónima y Forum Filatélico, Sociedad Anónima”. Como quien dice: el burru muertu, la cebada al rau.

Sobre inmigración y regulación de extranjeros aparecieron dos leyes en el 2000 (4/200, de 11 de enero; 8/2000, de 22 de diciembre). En 2001 se aprobaron tres reales de¬cretos sobre regularización de extranjeros que no se encon¬trasen en España antes de ju¬nio de 1999. En 2003 se aprobó la ley orgánica hoy vigente (14/2003, de 20 de noviembre), en 2004 su reglamento (RD 2393/2004). En el 2005 se realizó una regularización masiva de emigrantes basándose en la nueva legislación. Pues bien, a día de hoy, después de tanto baile, quienes han protestado contra leyes anteriores o redactado las suyas sin cortapisa manifiestan que lo que hay no vale y que habrá que volver a modificar el cuerpo legislativo.

En materia del Código Penal parejos andamos. Proclamada el 24/11/1995 la ley 10/1995, el llamado pomposamente por Belloch “Código Penal de la democracia”, observamos que han de introducirse en él rápidamente modificaciones sustanciales porque nuestros legisladores habían ignorado o despreciado tanto la realidad como el edificio jurídico español. Algunos ejemplos de leyes orgánicas al respective: 2/1998, de modificación del Código Penal y de la Ley de Enjuiciamiento; 11/1999 sobre abusos a menores (que se les habían olvidado, pobres, a los anteriores padres de la patria); 14/1999, de protección de las víctimas de malos tratos y (otra vez) de la Ley de Enjuiciamiento; 5/2000, de responsabilidad de menores; 7/2000, de modificación del Código Penal y de la 5/2000; 9/2002, de modificación del Código Penal y del Código Civil, sobre sustracción de menores (tipo penal que se crea aquí); la 7/2003, para el cumplimiento íntegro de las penas; la 15/2003, de modificación del Código Penal, sobre corrupción de menores y otros delitos sexuales; la 4/2005, de 10 de octubre, por la que se modifica el Código Penal en materia de delitos de riesgo provocados por explosivos.

Los ejemplos ocuparían muchas páginas de la Nueva España. Limitémonos a alguno más. La Ley de medidas sanitarias sobre el tabaquismo apareció el día 26 de diciembre del 2005. Sólo dos meses después, el 10 de febrero del 2006, el RD 2/2006 daba cuenta, mediante la corrección, de que ni uno solo de los unánimes cráneos privilegiados del Congreso de los diputados se había percatado de que la norma decembrina perjudicaba gravemente a los quiosqueros.

En otras ocasiones, los diputados parecen redactar las leyes convencidos de que su solo enunciado posee virtudes apotropaicas, capaces de camudar la realidad al mero soplo de las palabras. Tal ocurrió con la Ley de violencia de género, más deseada que Fernando VII, que iba a impedir los malos tratos, los cuales, sin embargo, han aumentado tras el texto congresinesco. (Uno se pregunta, por cierto, al respecto, qué fue de aquellas ménades y bacantes que recorrían las calles gritando frenéticas al “evohé” de “ley integral” y agitando el tirso en forma de esquela de las muertas de cada mes. ¿Por qué, ahora, que hay más muertas –y muertos-, no acongojan las calles con su llanto? ¿Qué impide que sopelexen el nombre de las asesinadas en papeles orlados con cenefas negras?).

En Asturias particularmente, y para terminar, tenemos un caso ejemplar. Pese a la evidencia de la inconstitucionalidad de perpetrar un parque nacional entre varias comunidades –el de los Picos de Europa-, que algunos advertimos reiteradamente, nuestros próceres siguieron adelante. Ahora, por esperable sentencia del Constitucional, hay que rehacer lo andado y partir de cero.

¿Volverían ustedes a un mecánico que, llevándole el coche a reparar la bocina, lo devolviese con los frenos estropeados? ¿Repetirían experiencia con un cirujano que, acudiendo a él para quitar un furúnculo, les seccionase una pierna? ¿Reincidirían en un restaurante donde les diesen mal de comer, mal servido, carísimo y con alimentos en mal estado, que les provocase acelerados y encuclillantes efectos?

La mayoría de los ciudadanos, sí. Y así nos va.

P.S. Que, en el título de este artículo, los firmantes confundan el culo con las témporas tiene escasa importancia. Que lo hagan aquellos en quienes el pueblo deposita su confianza, los legisladores y padres de la patria, sí.

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