El mio llibru de poesía De les hores y les memories.
Dende que salió nun paró de recibir crítiques positives. Esta ye una. Asoleyóla José Luis Argüelles, en La Nueva España. Doi otra vegada equí les gracies pol so cariñu:
El callejón de las fieras
Horas y memoria de Sánchez Vicente
Un
corredor en el país de lo accesorio - El escritor, el político, la cultura
asturiana - Final de un silencio poético de diez años
27.12.2015 | 03:53
Xuan Xosé Sánchez Vicente.
José Luis ARGÜELLES Si los
asturianos no fuéramos tan propensos a cultivar la anécdota, lo accesorio, y a
dejar lo fundamental para más tarde, hace tiempo que Xuan Xosé Sánchez Vicente
estaría reconocido como lo que es, un escritor y un intelectual de primer nivel
sin el que es imposible entender el sostenido renacimiento de la cultura
asturiana a lo largo de los últimos cuarenta años. Un corredor de fondo. Y no
lo digo para amañar un tropo, porque también se toma muy en serio lo de hacer
unos cuantos kilómetros todos los días -sin corbata, eso sí-, muy seguidor del
consejo de Juvenal.
Visto con la perspectiva que concede
el tiempo, su razonado y razonable empeño tiene algo de asombrosa quijotería
frente a la conjura de quienes han hecho todo lo posible para que olvidáramos
lo que mamamos con la primera leche, que escribió Jovellanos, nada sospechoso,
supongo, de anticipar con su ilustrada prosa el "asturchalismo" que
"sensatos" y "biempensantes" (las hemerotecas me socorren) atribuyen
a quienes vemos en el bable un romance tan apto para cantar y contar como lo es
el castellano de estas líneas. Aunque a estas alturas del nuevo siglo el asunto
esté tan claro y no dé para un conflicto filológico más, aún hay quien se
empeña, como hemos visto hace nada, en resucitar polémicas sin otra sustancia
que la descalificación de esquina.
Sánchez Vicente ha estado en otra
cosa de más enjundia, como podrá comprobar cualquiera que teclee su nombre en
el buscador de Google: poemarios, novelas, ensayos, diccionarios, cuentos,
teatro, artículos? A este escritor sin desmayo, ningún género literario le es
ajeno. Es casi tan oceánico como Pla, el gran prosista catalán, de quien dicen
que escribió más de 30.000 páginas, y quizás tan importante como aquél en la
modernización y enriquecimiento de una lengua que hace sólo cuarenta años, en
el paso de la dictadura a la democracia, parecía condenada a un uso social
fragmentario y tenida como lengua literaria para divertimentos o desahogos
sentimentales menores.
Bueno, Sánchez Vicente estuvo ahí
desde el principio, en la formación misma de Conceyu Bable, aquella asociación
creada en 1974 sin la que la cultura asturiana no sería hoy tal y como la
conocemos. Desde su primer libro, "Camín de señardaes" (1980), quedó
claro que era uno de los autores importantes de la época literaria y cultural
que ahora llamamos Surdimientu y de la que él mismo levantó acta en una crónica
que abarca el período que va de 1975 a 1990. Siendo como es uno de los autores
insoslayables de la literatura asturiana contemporánea, tengo para mí que su
infatigable actividad política como fundador y presidente del Partíu
Asturianista (PAS), diputado en la Junta General desde 1991 a 1999, además de
forjador junto al fallecido Sergio Marqués de un asturianismo de centro-derecha
que tuviera alguna operatividad, ha ocultado su obra literaria. No todo el
mundo ha seguido al político en su viaje desde un partido que se declaraba
marxista (el PSP de Tierno Galván), al PSOE después, y ya desde principios de
los años ochenta hacia un regionalismo que ha ido modulándose desde posiciones
de inspiración liberal.
Creo, sin embargo, que la vocación
primera y última de Sánchez Vicente es la literatura. Soy uno de esos lectores
que se alegra de su probada capacidad para reservarle tiempo a la escritura,
aún en los momentos de mayor dedicación a la labor parlamentaria o de partido.
Por eso ha sido un gozo leer estos días "De les hores y les memories"
(Trabe), donde recuperamos a un poeta más sabio y hondo si cabe. Hacía diez
años que su autor no publicaba versos. Este libro, de gran brillantez formal
-incluye alguno de los mejores sonetos que se han escrito en asturiano- y de
aquilatado entendimiento con la vida, es uno de esos inesperados y gozosos
regalos del tremendo año que acaba.
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