Güei, en La Nueva España: Discursos, decursos, votos.

(Trescribo, como davezu, los primeros párrafos.)

Discursos, decursos, votos

24.04.2016 | 05:01
Discursos, decursos, votos
Si logramos distanciarnos un poco, veremos que algunos de los discursos que han corrido estos cuatro meses por las tertulias políticas deberían provocarnos una sonrisa. De los discursos que se modificaron en el decurso de estos ciento y pico días a mí me hacen especial gracia los de algunos de los marianistas habituales: criticaron virulentamente a Rajoy por no aceptar el encargo de formar gobierno después de hacerlo Sánchez, colgándole los habituales epítetos de "vago", "indolente", etcétera y dándolo por acabado, para después calificarlo como un genio de la estrategia tras no llegar el del PSOE a ninguna parte. Marianistas, digo, y los mismos, que no otros.
En el decurso de este tiempo, y especialmente en las últimas semanas, el discurso que más ha circulado y más éxito ha tenido ha sido el de la censura de la incapacidad de los políticos para llegar a un acuerdo y el vilipendio personal por no haberlo hecho. El argumento central de esa crítica ha sido el de que han sido incapaces de supeditar sus intereses, personales o de partido, al interés general de los españoles. Ahora bien, discurso y argumento se sustentan en una doble falacia, la de que existe un interés común a todos los españoles -más allá de las elementales coincidencias en querer vivir y, acaso, trabajar- y la de que éstos quieren que se supedite a ese supuesto interés común su particular interés o punto de vista.
El instrumento argumental más usado para reclamar el acuerdo ha sido el de la utilización de la palabra "diálogo" y la proclamación de que la mayoría de los ciudadanos/votantes reclamaban diálogo a los partidos. En realidad, "diálogo" es ahí una palabra vacía, pero cargada de voluntad enturbiadora. Porque no es cierto que la mayoría de los ciudadanos que piden diálogo lo quieran, es decir, que los suyos cedan y que los otros cedan para llegar a una especie de mixtura programático-ideológica. Cuando la mayoría de los ciudadanos, al menos los que son los votantes "fieles" de unas siglas, piden diálogo lo que hacen es pedir que los demás se sometan gratuitamente a las posiciones de los suyos, sin nada a cambio. [.....................................................................................................................]

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