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En LNE: Hamlet ante la urna, y el 34

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(Trescribo, como davezu, los primeros párrafos)

Hamlet ante la urna, y el 34

La repercusión de los pactos poselectorales en Andalucía y la posible extrapolación del efecto Vox en Asturias

El resultado de las elecciones andaluzas supone, ante todo, un problema para PP, Ciudadanos y Vox. El conjunto de las tres fuerzas, si las situamos en el abanico del centro derecha, tiene la posibilidad de gobernar Andalucía los próximos cuatro años, desalojando al PSOE y a la izquierda, en el poder tras casi cuatro décadas.
Ahora bien, cualquier decisión que tomen tendrá algunos efectos contraproducentes para ellos. En general, ninguno de sus votantes les perdonaría que no aprovechasen la coyuntura para gobernar; pero, al mismo tiempo, una parte de sus votantes va a estar en desacuerdo con la decisión que tomen. Los riesgos de desafección serán menores para el PP, por su carácter de fuerza más votada en ese ámbito y, por ello, "obligada" a aceptar cualquier ayuda que sirva para cambiar las cosas. Pero en algo los perjudicará el pactar con Vox. El acuerdo tripartito perjudicará más a Ciudadanos, en primer lugar porque un grupo de sus votantes no quieren un pacto con el PP y menos aún con Vox. Los votantes de Ciudadanos, además, son probablemente más "blanditos" que los del PP, y las críticas de pactar con los ultras harán más mella en ellos. La escapatoria parcial que tratan de lograr, que sean ellos quienes encabecen el Gobierno, no funcionará, desde luego. A Vox, que ha establecido una barrera con el PP tildando a este de "traidor", con la que ha obtenido muchos de sus votos, tampoco le será fácil el pacto.
En todo caso, lo sustancial es que se los castigará si no llegan a acuerdos para sustituir a la izquierda en el Gobierno. Y las soluciones dilatorias, ir a unas nuevas elecciones, pueden resultar un fracaso para todos ellos. De modo que, como Hamlet, sostendrán la urna en su mano y monologarán: "¿Qué es más acertado para el hombre? ¿Pactar o no pactar?, he ahí la cuestión". Lo que les recomiendo es que no pregunten al CIS para orientarse.
Aparte de los tópicos, algo convendría decir sobre Vox, no sobre su discurso y su parafernalia banderil, sino sobre sus votantes. Hasta donde yo intuyo, aquí en Asturies, existen varias motivaciones para votarlo: la cuestión de la emigración, pero no tanto por el color de la piel o la religión de los inmigrantes, sino por las ayudas sociales y su colisión con los intereses de las rentas más bajas, o su percepción de esa colisión; una voluntad antiautonomista que ronda el 30% desde hace mucho tiempo y que se ha acentuado con la situación catalana; la percepción de que Vox "habla claro" y de que los demás, PP, Ciudadanos, PSOE "son unos blandos o no hacen nada" y que otros, IU, Podemos, incluso contribuyen a crear esa situación indeseable, olvidando a los de casa; si a ello quieren sumar el hastío o la permanente "cólera del español sentado", que de vez en cuando busca un mágico bálsamo de Fierabrás, súmenlo.
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Estos pintorescos de C'S

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Agora amenacen, per boca de Rivera, de romper los alcuerdos col Gobiernu si faen más recortes o suben los impuestos.

¿Pero cómo se pueden cuadrar les cuentes y implementar tolos nuevos gastos que pretende Ciudadanos, si nun se pueden facer recortes nin subir los impuestos?

Nun lo sabíamos, pero equí hai munchos políticos que son como'l magu Merlín.

Clínica y mística de Juan Carlos Girauta

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Esti Girauta, tan tiesu siempre, tan engoláu, que paez qu'anda siempre col culu apretáu, ¿será qu'anda floxu? ¿O será qu'acaba de baxar del Sinaí, de ver directamente la cara del Señor, mientres-y apurría les Tables de la Llei colos 150 mandamientos?






Güei, en La Nueva España: Las propuestas de C'S y los problemas de gobierno

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(Trescribo, como davezu, los primeros párrafos.)

Las propuestas de C's y los problemas de gobierno

Ante la sesión de investidura de la próxima semana

27.08.2016 | 05:33
Las propuestas de C's y los problemas de gobierno
Las propuestas de Ciudadanos en su negociación con el PP, sea cual sea el resultado final, tanto del acuerdo como de sus efectos sobre la formación de Gobierno, tienen claros y oscuros.
Empecemos por las relativas a la cuestión electoral. La voluntad de C's de que el reparto del voto se traduzca en una mayor proporcionalidad en los escaños tiene un atractivo teórico, pero entraña un evidente peligro para el futuro del Estado: si en un país como el nuestro, tan incapacitado para los acuerdos entre los partidos (reflejo fundamentalmente de la intransigencia pactista de los votantes), se acentúa aún más la fragmentación parlamentaria o se impide la formación de mayorías, aun relativas, nos habremos metido en un problema sistemático para el futuro.
Otras propuestas de ese ámbito parecen responder a esa tendencia que sacude a la moda de algunas élites de apuntarse a lo más guay del Paraguay, de que parece enferma nuestra sociedad. Sobre las limitaciones de mandatos, o la exigencia de primarias deberíamos preguntarnos en qué países de nuestro entorno sucede eso; o mirar lo que de verdad ha sucedido con las primarias y las listas locales en quienes más lo preconizan, como el PSOE y Podemos, que acaban imponiendo desde Madrid sus candidatos. En cuanto a las listas abiertas, constituye una pretensión más ilusoria que otra cosa, con escasa efectividad en la práctica; o, en el peor de los casos, propicia a incentivar el fulanismo o a primar a los candidatos con mucho dinero o capaces de tener una presencia notable en los medios.
Algunas propuestas en el ámbito económico son ciertamente preocupantes, más por su indefinición, de momento, que por otra cosa. Es ciertamente un gravísimo problema de la sociedad española el paro juvenil, y, sobre todo, el que la mayoría de sus contratos tengan una temporalidad limitada. Ello provoca desmoralización en nuestros mozos y hace que no puedan tener un plan de vida para su futuro. Al mismo tiempo, ello tampoco es el procedimiento más deseable para los empleadores, pues se desaprovecha saber y experiencia. ¿Por qué se conducen así, pues? Por los altos o imprevistos costos que supone el convertir muchos de esos trabajos en indefinidos con la legislación actual.
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Güei, en La Nueva España: Discursos, decursos, votos.

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(Trescribo, como davezu, los primeros párrafos.)

Discursos, decursos, votos

24.04.2016 | 05:01
Discursos, decursos, votos
Si logramos distanciarnos un poco, veremos que algunos de los discursos que han corrido estos cuatro meses por las tertulias políticas deberían provocarnos una sonrisa. De los discursos que se modificaron en el decurso de estos ciento y pico días a mí me hacen especial gracia los de algunos de los marianistas habituales: criticaron virulentamente a Rajoy por no aceptar el encargo de formar gobierno después de hacerlo Sánchez, colgándole los habituales epítetos de "vago", "indolente", etcétera y dándolo por acabado, para después calificarlo como un genio de la estrategia tras no llegar el del PSOE a ninguna parte. Marianistas, digo, y los mismos, que no otros.
En el decurso de este tiempo, y especialmente en las últimas semanas, el discurso que más ha circulado y más éxito ha tenido ha sido el de la censura de la incapacidad de los políticos para llegar a un acuerdo y el vilipendio personal por no haberlo hecho. El argumento central de esa crítica ha sido el de que han sido incapaces de supeditar sus intereses, personales o de partido, al interés general de los españoles. Ahora bien, discurso y argumento se sustentan en una doble falacia, la de que existe un interés común a todos los españoles -más allá de las elementales coincidencias en querer vivir y, acaso, trabajar- y la de que éstos quieren que se supedite a ese supuesto interés común su particular interés o punto de vista.
El instrumento argumental más usado para reclamar el acuerdo ha sido el de la utilización de la palabra "diálogo" y la proclamación de que la mayoría de los ciudadanos/votantes reclamaban diálogo a los partidos. En realidad, "diálogo" es ahí una palabra vacía, pero cargada de voluntad enturbiadora. Porque no es cierto que la mayoría de los ciudadanos que piden diálogo lo quieran, es decir, que los suyos cedan y que los otros cedan para llegar a una especie de mixtura programático-ideológica. Cuando la mayoría de los ciudadanos, al menos los que son los votantes "fieles" de unas siglas, piden diálogo lo que hacen es pedir que los demás se sometan gratuitamente a las posiciones de los suyos, sin nada a cambio. [.....................................................................................................................]

¿Por qué solo metese col PP?

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Hai escándalu y xaréu col píu de Mercedes Fernández presumiendo de que, como nel dibuxu de Caro Baroja sobre Feijóo, escorrexara l'asturianu como usable nes convocatories oficiales del Parlamentu asturianu.
Val, ye bastante faltona. ¿Pero por qué se mete l'asturianismu solo con ella? Nun ficieren falta los votos del PSOE y C'S pa tomar l'alcuerdu?
Velehí los problemes de fondu de l'asturianismu, podía aplicáse-y aquello de "Al saltar la portiella / vite los baxos: / nun llevabes puntielles / yeren pendaxos".


Enfocicada al sentir lo del asturianu

Gayolera al escorrexalu


El que los quiera ver (a los de Podemos) que los vea

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Al salir del plenu constituyente del Ayuntamientu de Madrid, los votantes-guardia de Podemos dedicárense a insultar y amenazar a los conceyales de C'S y del PP, de mou que munches tuvieren que salir per una puerte llateral.
Begoña Villacís, la portavoz de C'S diz que, ente otres coses gritáren-y los semihumanos vociferantes que merecía "la guillotina y la horca". "Nunca vi a tanta gente con tanto odio" repite una y otra vegada y afirma que tuvo munchu mieu.
Polo visto, n'otros munchos pueblos pasó-yos lo mismo a los conceyales de C'S; a dellos, además, dixéren-yos ónde vivín y que supiesen que lo sabíen.

Trescríboyos un artículu míu del 17/07/14: Nihil novum sub sole.




UNOS TIPOS PELIGROSOS

Los de Podemos. No sus votantes, sus dirigentes, su casta. En primer lugar por su programa. De ponerse en práctica solamente algunas de las propuestas de su propaganda electoral (jubilación a los sesenta, impago de la deuda, nacionalizaciones, incremento notable del salario mínimo, intervención en las empresas) la caída de la actividad sería brutal, y por tanto, el aumento del paro; resultaría inevitable reducir las pensiones y las prestaciones sociales (por más que se proclamase lo contrario); la desconfianza exterior haría que el dinero nos costase mucho más y el déficit se multiplicaría. Y, en lo interior, sin otras consideraciones, si usted tiene una pequeña empresa o, simplemente, dos casas, prepárese. Y no entramos aquí en otras reflexiones relativas a la libertad o la democracia, es decir, dejamos de lado las simpatías que estos ciudadanos tienen hacia Cuba o hacia Venezuela.
No son menos peligrosos en otro aspecto distinto al de la capacidad de atracción de sus ideas para malhumorados, desposeídos, nefelibáticos e incautos: en el de su inteligencia para la seducción personal y su habilidad para la dialéctica, pues pueden aparentar decir la verdad sin decirla, ser dialogantes negándose al diálogo; y hacerlo todo ello con una impavidez absoluta, sin desmelenarse, sin levantar la voz, sonriendo. En especial, su anagrama, el ciudadano Iglesias. Les doy solo dos ejemplos. Un debate televisivo. Uno de los tertulianos le hace una pregunta comprometedora. Don Pablo se lanza a hablar de las acuñaciones que les han diseñado sus publicistas, «la casta», etc. El tertuliano lo detiene: «oiga, no me está contestando usted a mi pregunta». Reconvención de don Pablo, suave, irónica, sin levantar un ápice la voz, acusando al otro de no saber dialogar, de interrumpirlo, de no ser tolerante. Segunda escena. Lunes, 23 de junio. Nuestro protagonista está invitado al hotel Ritz de Madrid para exponer ante los empresarios su programa. Un ciudadano-camarero, Alberto Casillas, que había alcanzado fama mediática el 25-M por impedir a la policía entrar en el bar en que trabajaba cuando esta perseguía a unos manifestantes, se levanta y tras explicar que ha vivido en Venezuela 25 años y que tiene allí a su hija y a su mujer, lo interpela acerca del explícito apoyo y asesoramiento de Podemos y Don Pablo al régimen venezolano y le pregunta si ha asesorado al Gobierno venezolano en la represión contra su hija, afirma que «mi esposa no puede comprar papel higiénico ni comida ¿Ha asesorado al Gobierno de Venezuela en eso?», y mientras añade que «En Venezuela están matando a los jóvenes», es desalojado del hotel.
¿Defendió don Pablo la permanencia de don Alberto para establecer con él una confrontación aclaratoria? Ni hablar, espero a que fuese arrojado fuera para responderle. Y ahora atiendan ustedes a la taimada respuesta. Tras manifestar que las formas de don Alberto no habían sido las correctas («se puede debatir con argumentos, pero desde la amenaza, desde el grito y desde la crispación es muy difícil discutir»), dice que se ve obligado a contestar y asevera que «jamás» ha asesorado «para que repriman a nadie ni para que golpeen a nadie». Pero la pregunta no era esa, ya suponemos que para «eso» no habrá emitido un dictamen don Pablo. La pregunta significa si él ha asesorado, apoya y valora positivamente al régimen que, más allá de toda duda, hace eso, y llena las calles con sus partidas de la porra. Pues esa es la cuestión, lo demás es solo la consecuencia. (Para completar las buenas formas del señor Iglesias pueden ustedes ver las imágenes del acto y contemplar la expresión de gato que espera comerse al ratón que reluce en su cara mientras trata de expresarse el señor Casillas).
Y peligrosos por un motivo mucho más profundo.  Tras su intervención, Alberto Casillas tuvo amenazas de muerte a través de las redes sociales y en su propia casa, dado que se ha difundido una foto de la puerta de su domicilio. Del mismo modo, ha recibido insultos en la puerta del restaurante donde trabaja. Todo ello, más las sugerencias de su jefe viendo el peligro que para el restaurante representaba don Alberto, lo ha obligado a dejar su empleo «para no perjudicar a sus compañeros». 
De modo que a los mensajes iniciales de Podemos se han unido ahora dos nuevos, de tipo fáctico: que quienes se meten con ellos puede perder su empleo y que quienes contraten a los que se meten con ellos pueden tener problemas en su negocio; y que, desde luego, no van a tener una vida plácida. Da igual que ello lo promueva la casta de la formación, que posiblemente no, que el que entiendan los que andan en su estela que es su deber ético y político actuar así. En cualquier caso, ya habrán captado la evidencia los que tengan la tentación en el futuro de ser críticos molestos: Podemos.

Por cierto, esto de señalar las puertas y las amenazas, ¿les suena a ustedes a algo? ¿No creen que es un déjà vu? ¿Quién dijo aquello de que «el que tenga oídos para oír, que oiga»?