El que los quiera ver (a los de Podemos) que los vea

Al salir del plenu constituyente del Ayuntamientu de Madrid, los votantes-guardia de Podemos dedicárense a insultar y amenazar a los conceyales de C'S y del PP, de mou que munches tuvieren que salir per una puerte llateral.
Begoña Villacís, la portavoz de C'S diz que, ente otres coses gritáren-y los semihumanos vociferantes que merecía "la guillotina y la horca". "Nunca vi a tanta gente con tanto odio" repite una y otra vegada y afirma que tuvo munchu mieu.
Polo visto, n'otros munchos pueblos pasó-yos lo mismo a los conceyales de C'S; a dellos, además, dixéren-yos ónde vivín y que supiesen que lo sabíen.

Trescríboyos un artículu míu del 17/07/14: Nihil novum sub sole.




UNOS TIPOS PELIGROSOS

Los de Podemos. No sus votantes, sus dirigentes, su casta. En primer lugar por su programa. De ponerse en práctica solamente algunas de las propuestas de su propaganda electoral (jubilación a los sesenta, impago de la deuda, nacionalizaciones, incremento notable del salario mínimo, intervención en las empresas) la caída de la actividad sería brutal, y por tanto, el aumento del paro; resultaría inevitable reducir las pensiones y las prestaciones sociales (por más que se proclamase lo contrario); la desconfianza exterior haría que el dinero nos costase mucho más y el déficit se multiplicaría. Y, en lo interior, sin otras consideraciones, si usted tiene una pequeña empresa o, simplemente, dos casas, prepárese. Y no entramos aquí en otras reflexiones relativas a la libertad o la democracia, es decir, dejamos de lado las simpatías que estos ciudadanos tienen hacia Cuba o hacia Venezuela.
No son menos peligrosos en otro aspecto distinto al de la capacidad de atracción de sus ideas para malhumorados, desposeídos, nefelibáticos e incautos: en el de su inteligencia para la seducción personal y su habilidad para la dialéctica, pues pueden aparentar decir la verdad sin decirla, ser dialogantes negándose al diálogo; y hacerlo todo ello con una impavidez absoluta, sin desmelenarse, sin levantar la voz, sonriendo. En especial, su anagrama, el ciudadano Iglesias. Les doy solo dos ejemplos. Un debate televisivo. Uno de los tertulianos le hace una pregunta comprometedora. Don Pablo se lanza a hablar de las acuñaciones que les han diseñado sus publicistas, «la casta», etc. El tertuliano lo detiene: «oiga, no me está contestando usted a mi pregunta». Reconvención de don Pablo, suave, irónica, sin levantar un ápice la voz, acusando al otro de no saber dialogar, de interrumpirlo, de no ser tolerante. Segunda escena. Lunes, 23 de junio. Nuestro protagonista está invitado al hotel Ritz de Madrid para exponer ante los empresarios su programa. Un ciudadano-camarero, Alberto Casillas, que había alcanzado fama mediática el 25-M por impedir a la policía entrar en el bar en que trabajaba cuando esta perseguía a unos manifestantes, se levanta y tras explicar que ha vivido en Venezuela 25 años y que tiene allí a su hija y a su mujer, lo interpela acerca del explícito apoyo y asesoramiento de Podemos y Don Pablo al régimen venezolano y le pregunta si ha asesorado al Gobierno venezolano en la represión contra su hija, afirma que «mi esposa no puede comprar papel higiénico ni comida ¿Ha asesorado al Gobierno de Venezuela en eso?», y mientras añade que «En Venezuela están matando a los jóvenes», es desalojado del hotel.
¿Defendió don Pablo la permanencia de don Alberto para establecer con él una confrontación aclaratoria? Ni hablar, espero a que fuese arrojado fuera para responderle. Y ahora atiendan ustedes a la taimada respuesta. Tras manifestar que las formas de don Alberto no habían sido las correctas («se puede debatir con argumentos, pero desde la amenaza, desde el grito y desde la crispación es muy difícil discutir»), dice que se ve obligado a contestar y asevera que «jamás» ha asesorado «para que repriman a nadie ni para que golpeen a nadie». Pero la pregunta no era esa, ya suponemos que para «eso» no habrá emitido un dictamen don Pablo. La pregunta significa si él ha asesorado, apoya y valora positivamente al régimen que, más allá de toda duda, hace eso, y llena las calles con sus partidas de la porra. Pues esa es la cuestión, lo demás es solo la consecuencia. (Para completar las buenas formas del señor Iglesias pueden ustedes ver las imágenes del acto y contemplar la expresión de gato que espera comerse al ratón que reluce en su cara mientras trata de expresarse el señor Casillas).
Y peligrosos por un motivo mucho más profundo.  Tras su intervención, Alberto Casillas tuvo amenazas de muerte a través de las redes sociales y en su propia casa, dado que se ha difundido una foto de la puerta de su domicilio. Del mismo modo, ha recibido insultos en la puerta del restaurante donde trabaja. Todo ello, más las sugerencias de su jefe viendo el peligro que para el restaurante representaba don Alberto, lo ha obligado a dejar su empleo «para no perjudicar a sus compañeros». 
De modo que a los mensajes iniciales de Podemos se han unido ahora dos nuevos, de tipo fáctico: que quienes se meten con ellos puede perder su empleo y que quienes contraten a los que se meten con ellos pueden tener problemas en su negocio; y que, desde luego, no van a tener una vida plácida. Da igual que ello lo promueva la casta de la formación, que posiblemente no, que el que entiendan los que andan en su estela que es su deber ético y político actuar así. En cualquier caso, ya habrán captado la evidencia los que tengan la tentación en el futuro de ser críticos molestos: Podemos.

Por cierto, esto de señalar las puertas y las amenazas, ¿les suena a ustedes a algo? ¿No creen que es un déjà vu? ¿Quién dijo aquello de que «el que tenga oídos para oír, que oiga»?

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