Asina contaba Melchor Fernández Díaz elfinal la manifestación y el discursu:
La manifestación llegó a la plaza del ayuntamiento y ocupó la plaza, rodeada de una periferia de curiosos y policías. Quedaban veinte minutos para las nueve límite concedido, y Juan José Sánchez Vicente, para los amigos, el «Roxu» (por el color de su pelo), empapado por la lluvia y el sudor, pero con la voz entera, se acodó a un coche con altavoz situado en el centro de la plaza y comenzó a leer, a través de un achacoso altavoz , un discurso que fijaba las coordenadas del acto. La contención anterior se resquebrajó un tanto. Volaron los gritos de «amnistía» y «libertad» y se elevaron puños cerrados en alguna ocasión. La ovación más fervorosa se la llevó el párrafo dedicado a la aún clausurada «Asociación de Cabezas de Familia de la Calzada». Un oficial y dos agentes de la policía armada, con un megáfono, se abrieron paso hacia la furgoneta y dialogaron brevemente con uno de los «brazaletes azules», responsables del orden interno de la manifestación. «¿Qué dijo?» «Que el discurso no estaba autorizado y que nos atuviéramos a las consecuencias». Pero el discurso siguió y finalizó. Se cantó el «Asturias Patria Querida» y la manifestación se disolvió.
Y esti yera'l testu:
ASTURIANOS:
Por primera vez después de muchos años hemos tenido la oportunidad de realizar una manifestación pública y colectiva de nuestro sentir y de nuestras necesidades. La oportunidad no nos ha sido gratuitamente concedida, sino que ha sido resultado de largos años de lucha por la obtención de las libertades, no sólo de este país, sino de todos los que componen el Estado español.
Hoy nos hemos reunido para manifestar dos deseos concretos que constituyen dos imperiosas necesidades del pueblo asturiano: la de que la llingua y la cultura asturiana entren inmediatamente en la escuela, y la necesidad ineludible de una autonomía regional en todos los órdenes. El primero de los deseos no requiere explicación de ningún tipo: se trata, simplemente, como decía una de las pancartas de devolver al pueblo, a Asturies, el producto objetivo de su propia historia: su lengua y su cultura.Hoy nos hemos reunido para manifestar dos deseos concretos que constituyen dos imperiosas necesidades del pueblo asturiano: la de que la llingua y la cultura asturiana entren inmediatamente en la escuela, y la necesidad ineludible de una autonomía regional en todos los órdenes. El primero de los deseos no requiere explicación de ningún tipo: se trata, simplemente, como decía una de las pancartas de devolver al pueblo, a Asturies, el producto objetivo de su propia historia: su lengua y su cultura.La segunda de las necesidades expresadas, la autonomía regional, nos permitirá el control de nuestras riquezas: el carbón, el hierro, el petróleo, la energía; la gestión de nuestras industrias sin que el pueblo asturiano —tanto los obreros, como los intelectuales, como los que trabajan en los servicios, como los jubilados que han empleado sus fuerzas en beneficio de la comunidad— sea víctima ni de un esquilmador capitalismo ni de un enajenador centralismo. La autonomía regional permitirá el control democrático de nuestros ayuntamientos y pondrá al servicio del pueblo asturiano las finanzas de las Cajas de Ahorros; posibilitará el desenvolvimiento libre de nuestras barriadas y centros cívicos y el control popular de nuestro urbanismo y nuestra sanidad, sometidos ahora a intereses burocráticos y ajenos a los verdaderos intereses del pueblo asturiano. Permitirá una enseñanza gratuita para todos y con los niveles de calidad necesarios tan lejanos de los de ahora. La autonomía regional permitirá la organización y explotación racionales de nuestro campo y nuestra pesca, ahora hundidos en la más negra y mísera pobreza, descapitalización y explotación. La autonomía regional, en una palabra, pondrá al servicio de los intereses populares del pueblo asturiano la cultura, la economía y la política, que nunca debieron dejar de estar a su servicio.
Decíamos al empezar que la posibilidad de esta manifestación no nos había bajado gratuitamente del cielo, sino que había sido obtenida con nuestro esfuerzo. Efectivamente, en el camino hacia las libertades y la autonomía, muchos compañeros han sido encarcelados; muchos se han encontrado con las puertas de su trabajo cerradas y con la faz del hambre acosándolos; algunos organismos al servicio del pueblo, un ejemplo: la asociación de vecinos de La Calzada, han visto entorpecida su labor. Por ello, es nuestro deber exigir las reaperturas, las readmisiones y las amnistías pertinentes para todos y cada uno de los que no pueden estar ahora con nosotros o ven imposibilitado su trabajo.
Decíamos también que no sólo han sido los ciudadanos de este país, de Asturies, los que han luchado por la obtención de las libertades. Por eso mismo, por una inexcusable equidad y justicia pedimos para ellos las mismas libertades y el mismo derecho a gestionar su autonomía. Todos unidos haremos tomar cuerpo nuestros deseos.
iPUXA ASTURIES!
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