Hermana oveja
Reflexiones a colación de los ataques de lobos al ganado en Asturias
Xuan Xosé Sánchez Vicente
Guardo varios escritos en los que animalistas afirman que el lobo no es un problema para el campo, ni para los animales que el hombre cuida ni para la continuidad de la vida campesina. Y, con la Rosaura de "La vida es sueño", repito aquello de "Con asombro de mirarte, con admiración de oírte, ni sé qué pueda decirte, ni qué pueda preguntarte", cuando se producen noticias como la que LA NUEVA ESPAÑA recogía el 26 de diciembre: en el concejo de Piloña el lobo acababa de matar seis ovejas y había dejado a otras dos destrozadas y a punto de morir. El suceso resultaba extraordinario en un punto, las ovejas pertenecían a un propietario que desde hace más de veinte años concurre con su rebaño a la cabalgata de Reyes de Xixón.
El ataque del lobo no es más que uno de los muchos factores de acoso que sufren quienes en Asturies viven del agro y la ganadería: las restricciones al uso del territorio, las normativas cada vez más exigentes (y menos adecuadas a la realidad de las explotaciones o los territorios) en materia ambiental, todo conspira para hacer más incómodo o imposible el vivir de la actividad agraria. Si unimos eso a una tendencia general de tipo cultural que, desde hace décadas, invita a huir de los pueblos a la ciudad, la despoblación de una gran parte del territorio está asegurada: dentro de veinte años, los actuales paisajes "domados" estarán echados a monte.
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