Madrid —el poder allí ubicado, al menos— parece con frecuencia convertir los sesos en requesón, pero no de modo ficticio, como en el quijotesco episodio de los leones, sino de forma, aunque metafórica, más bien real. Un empirista decimonónico atribuiría, tal vez, esos efectos al calor del secarral mesetario; un sociólogo contemporáneo doblado en psicólogo, a la progresiva conversión de políticos y partidos hacia un progresivo autismo autocrático.
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Es cierto que, seguramente, desde aquí, ni una palabra habrá sido dicha por los conmilitones asturianos del PP. En primer lugar debido a que a ellos les es bastante despreciable la realidad del asturiano y una nonada nuestra autonomía, en segundo lugar porque, como todos los partidos centralistas asturianos, están a lo que les manden desde sus casas centrales, y no a plantear problemas desde la sucursal. En el caso del PSOE, la consejera de Educación, doña Ana González, dice aquí haber manifestado alguna cosa, a modo de protesta, en Madrid, pero lo cierto es que esa manifestación no aparece en ningún medio de comunicación estatal. Sí aparecen, por el contrario, las que son las verdaderas «razones» del PSOE para oponerse a la ley Wert, la cuestión de la religión y el igualitarismo milagrero.
Pronto van a cumplirse, por otra parte, seis años de otro acto de desconocimiento de lo que es el Estado, que nos ha llevado a esta situación: la reunión en que don José Luis Zapatero y don Artur Mas se encerraron en La Moncloa con tabaco Marlboro, jurista Caamaño y dos cráneos privilegiados, los suyos, para parir un texto legislativo, el Estatuto de Cataluña, que desconocía la realidad del Estado y de la legalidad, y que, por otra parte, constituyó el mayor engendro jurídico que nunca haya visto la luz en este país, ¡y ha habido muchos! Seguramente, las razones y las pulsiones, sobre todo estas últimas, de don José Luis son muy distintas a las de don José Ignacio para perpetrar sus disparates, pero parten ambas del mismo desconocimiento y desprecio de lo que son el Estado, su realidad y sus normas.
Por cierto, no sería de extrañar que en la actual deriva de don Artur Mas pesasen las burlas y tomaduras de pelo que le hicieron el PSOE y don José Luis: a principios del 2003, el señor Zapatero transmitió en persona, y en el propio palacio de la Generalitat, al Conseller en Cap, señor Artur Mas, la promesa de que Cataluña y Euskadi tendrían más capacidad de autogobierno. Más tarde, PSOE y ERC arrebataron a Mas unas elecciones que había ganado. A continuación, el de León afirmó: «aprobaré el Estatuto que me llegue de Cataluña». El 21 de enero de 2006, el Presidente del Gobierno de España, José Luis Rodríguez Zapatero y el jefe de la oposición de Cataluña, Artur Mas, se encerraron, como he dicho, toda una tarde en La Moncloa para pergeñar lo que pergeñaron. Después, vino lo que vino.
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En cualquier caso, un nuevo episodio de esa celada madrileña que, entre el autismo y la autocracia, convierte los sesos en requesones y hace ignorar lo que es el Estado y cuál su legalidad y legitimidad.
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Enrique Álvarez Sostres, Antonio Trevín, Mercedes Fernández y Gaspar Llamazares pa EL COMERCIO en semeya d'Álex Piña |
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