Como
era esperable, el Constitucional ha suspendido la aplicación del impuesto sobre
los depósitos bancarios que, al alimón, PSOE, IU y UPyD habían gestado durante
la tramitación de los presupuestos para el 2013. De modo que 30 millones de
euros previstos como ingreso para este año han desaparecido y las cuentas
asturianas nacen con un déficit, buscado, por esa cantidad. ¿Dónde se va a
encajar esa ficción? ¿En qué partidas de gasto se prorrateará la disminución?
¿Cuál de los tres socios de gobierno se quedará sin las inversiones
comprometidas ante sus electores?
Pero
ese cuento contable no viene más que a añadirse a otro cuento conceptual, el de
que, según argumentaban sus proponentes, el impuesto sobre los depósitos no
recaería sobre los usuarios, sino sobre «los banqueros». Si andan ustedes
apurados de la próstata no sigan leyendo, que la risa apura. ¿Conocen ustedes
algún gravamen que no paguen los consumidores finales? Y, aunque así «seriese»,
¿creen que los grandes accionistas de las entidades financieras iban a perder
un solo céntimo? De pagarlo los accionistas, serían los pequeños accionistas,
los ahorradores, los pensionistas, los jubilados, los usuarios, en una palabra.
Lo que ocurre es que cuando, desde los que se llaman de izquierdas, dicen «los
banqueros», sus votantes paulovean imaginándose un tipo gordo con puro,
chistera y frac, desconociendo, con una
pulsión muy propia de una parte importante del autodenominado progresismo, de
qué rayos se habla en realidad.
La
fábula se completa a posteriori al afirmar que la decisión del Gobierno central
de «inventar» un impuesto que anularía el asturiano ha sido para ahogar a
nuestra autonomía, por ser una autonomía de izquierdas. ¿Risum teneatis? ¿Pero
es que alguien sabe que existimos? No estaría de más recordar, al respecto, que
también fue afectada Cataluña y recurrida la misma norma gestada por esa
comunidad a finales del 2012. Y, del mismo modo, que lo han sido asimismo
Andalucía, Extremadura y Canarias, si bien en estas comunidades el efecto ha
sido distinto, pues estaba ya en vigor el impuesto antes de la vigencia de la
norma estatal y deberán ser compensadas. Y en eso sí tiene razón nuestro
Gobierno, porque es esa una injusta desigualdad que señala, una vez más, los
desajustes normativos y de financiación en el sistema autonómico.
(Por
cierto, ¿se alegrarán o llorarán nuestros portoalegristas y altermundistas,
tanto los de IU y PSOE como los que orbitan en la periferia, porque el impuesto
del Gobierno venga a concretarse en una tasa europea contra cierto tipo de
movimientos bancarios? ¿Les importará, en el fondo?)
Pero
no crean ustedes que el cuento y la fantasía se limitan a las cuentas. No.
También existen notables creaciones alucinatorias sobre el mundo. Así, por
ejemplo, IU acaba de proponer «un
impuesto para gravar las fincas rústicas no utilizadas en Asturias». ¡Pero
dónde viven estos tipos? El problema de Asturies no es el de latifundios
propiedad de manos muertas, es el de una tierra que nadie quiere utilizar y de la
que la mayoría huye si puede. No más de 15.000 personas son las que están
afiliadas al régimen especial agrario. Paseen ustedes por cualquier pueblo.
Será difícil que llegue a un 2% el número de personas que gana su sustento con
la agricultura o la ganadería, y la mayoría de ellos, de más de 50 años. ¿El
resto? Jubilados que viven de las exiguas rentas de una pensión y de un poco de
huerta tal vez. Las tierras, baldías. Nadie las quiere, ni gratis, para recoger
la hierba. Y en menos de veinte años la mayoría de lo que conocemos como el
paisaje asturiano estará desaparecido, echados los prados a monte, cegados los
caminos, yermos los pueblos, enseñoreado el territorio por pájaros y bestias.
Pensando,
sin duda, en «el conde» o «el marqués», o acaso en su orgiástica memoria de la República , estos tipos
de IU quieren ahora poner un gravamen a todos los jubilados, a las
pensionistas, a los impedidos que no pueden cultivar sus tierras ni sacar
rentas de ellas. ¡Ya saben: una política progresista para perseguir al pequeño
campesinado, que, como señalaron Lenin, Mao, Castro y Pol Pot son siempre
elemento reaccionario!
Ello
sería coherente, por otro lado, con la política continuada, a lo largo de
tantas décadas, de IU y PSOE para acabar con el sector primario asturiano y con
la población rural: echando a los pastores de los puertos, incomodando a los
vecinos de los parques naturales, menospreciando a los ganaderos, prohibiendo a
la gente ganar dinero con la madera, exigiendo al autónomo agrario tantos
papeles y requisitos como si tuviese unos cuantos administrativos a su
servicio…
Lo
llaman «progresismo», pero es simplemente señoritismo, eso sí, convenientemente
travestido.
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