Trescribo equí esti artículu de Gonzalo Bareño en La Voz de Galicia, del 19/03/13.
Verdaes hai nél.
¿Dónde están ahora los que pedían el rescate?
Así que el rescate era esto. Por si a alguien le
cabía alguna duda sobre el significado económico del término, lo
sucedido en Chipre deja claro que cuando el poder económico global habla
de salvar a un país no se refiere a rescatar a sus ciudadanos de las
garras de quienes los han conducido al abismo, sino a que sean
precisamente ellos, los ciudadanos, los que paguen la factura que
permita socorrer a los responsables del desastre. La primera lección que
nos deja el acto de saqueo que la troika pretende cometer con los
ahorradores chipriotas es que un buen gobernante debe huir del rescate
de su país como de la peste, por más cantos de sirena que escuche sobre
las bondades de la ayuda económica. La segunda es que frente a la
prepotencia ensoberbecida de los gurús y la irresponsabilidad histérica
de muchos medios de comunicación, conviene guardar la calma a la hora de
tomar decisiones para no dejarse arrastrar por la marea de los que,
creyendo saberlo todo, se limitan en realidad a bailarle el agua,
consciente o inconscientemente, a los poderes fácticos.
Y, bajo esas dos premisas, sale fortalecido Rajoy
con su obstinación en no solicitar el rescate global de España cuando
el mundo entero lo consideraba ineludible. Muchos de los que se llevan
las manos a la cabeza con lo que sucederá en Chipre urgían a Rajoy hace
unos meses a pedir un rescate que habría tenido consecuencias igualmente
funestas para España. Viendo el pillaje al que se va a someter a los
chipriotas, conviene volver la vista atrás para comprobar quiénes eran
los que exigían al Gobierno que claudicara. Y al hacerlo comprobamos,
cómo no, que allí estaban, cual aves de rapiña, el Fondo Monetario
Internacional, la OCDE, el Banco Central Europeo, las agencias de
calificación -que ya sabemos para quién trabajan-, medios como el
Financial Times o gurús como el economista Nouriel Roubini.
Pero las presiones no venían solo de fuera. Aquí,
en España, los dos mayores bancos del país animaban sin tapujos a Rajoy
hace muy poco a pedir el rescate cuanto antes. Ahora sabemos por qué.
Lo mismo hacía la Generalitat de Cataluña. Hay que recordar igualmente
que desde el PSOE se acusaba al presidente del Gobierno de retrasar la
petición de rescate con el único objetivo de no perjudicar las
expectativas electorales del PP en Galicia. Y también que el periódico
más vendido en España, supuestamente progresista, exigió el pasado
diciembre en un editorial titulado «Rescate urgente» la petición de
salvamento por considerar que era «lo más conveniente para recuperar la
economía».
Frente a ello, Rajoy centró su estrategia en
evitar el rescate a toda costa. Seguramente ha cometido muchos errores.
Pero es indudable que este ha sido su mayor acierto. Y también que,
aunque nada garantiza que no pueda ocurrir en el futuro, gracias a ello
muchos ahorradores españoles no han sido saqueados como los chipriotas.
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