Unos dicen que la austeridad mata, otros que hacen falta más recortes. Para los primeros el principal problema de España es el crecimiento, para los segundos el descontrol de la deuda pública. Dos visiones enfrentadas, dos análisis del origen de la crisis y dos formas de salir de ella, así como también dos visiones críticas con la opción elegida: un programa de reducción gradual del déficit público en donde es posible obtener concesiones a cambio de reformas estructurales. Muchos acusan a Merkel de estar ante un plan de simple consenso, de no mojarse, pero la realidad es que los “merkelianos”, aunque incomprendidos, han trazado unas líneas meticulosamente estudiadas que están a punto de dar sus frutos.
Crecimiento
¿Estamos ante un problema de falta de crecimiento? Se realizan recortes para que la deuda pública no se desboque, pero cada punto de PIB que se recorta hace caer al PIB en una mayor proporción. Ver el informe del “mea culpa” del FMI al respecto. El resultado es que, paradójicamente, cuanto más austeros somos más aumenta el déficit público y más deuda obtenemos, y por supuesto menor crecimiento. Una austeridad demasiado acusada, en la situación actual, aun aplicada con la mejor de las intenciones y la mayor diligencia, podría llevar al país a la quiebra buscando exactamente lo contrario.
Lejos de estar ante una creencia, existen evidencias bastante fuertes de este proceso, empezando por el estudio de los multiplicadores fiscales anteriormente citado realizado por el FMI. Así que, si el exceso de austeridad es negativo, ¿qué hacemos? La respuesta según “el bando del austericidio” es aplicar la receta opuesta, estimular para crecer, de forma que el ratio de deuda pública entre PIB se reduzca por un aumento del denominador, favoreciendo además la generación de empleo. Un círculo virtuoso… o eso creen.
Nadie en público se atreverá a decir que el crecimiento es malo, ¡lo tomarían por loco! Es algo así como estar en contra del amor, de la paz, o de la felicidad. ¿Han escuchado a alguna persona decir que está en contra del amor o de ser feliz? Pues tampoco encontrarán a un economista estar en contra del crecimiento. El problema surge cuando pasamos de los conceptos etéreos a la realidad, y así como a estar mal acompañado no se le debe llamar amor, a crecer insosteniblemente tampoco se le debería considerar crecimiento. Todos queremos crecer al igual que queremos amor, el problema es cómo.
España en la última década creció, y creció mucho, pero creció de forma intensiva en deuda externa hasta que dicha puerta se cerró. Reclamar que Europa financie lo que nadie quiere financiar es perder el tiempo, máxime cuando apostar por una estrategia de crecimiento que obvie nuestro déficit de competitividad provocaría que al final del camino estuviésemos aún más endeudados, y provocaría principalmente que nada cambiase. ¿De verdad creen amantes del crecimiento etéreo que consolidar nuestro anterior modelo de crecimiento sería positivo? Pues yo no, no lo creo, yo creo en una España más competitiva, más exportadora y más industrial, creo en un nuevo modelo y en las reformas estructurales. No crecer temporalmente es el peaje [...]