Invítolos a reflesionar sobre la dirección de la política económica española, fundamentalmente, y europea con esti artículu de Kike Vázquez n'El Confidencial d'ayer (Los incomprendidos merkelianos). Invítolos, sobre too, a que nun reaccionen d'alcuerdu colos sos amores, prexuicios o fobies: lléanlu, que tien muncha complexidá, tanta como complexa ye la nuestra situación y la coyuntura (que va pa brazu antebrazu, más que ser coyuntura).
Póngo-yos equí l'entamu, pero, repito, lléanlu, sean pro merkelianos o anti, pro keynesianos o anti.
A
A
Unos dicen que la austeridad mata, otros que hacen
falta más recortes. Para los primeros el principal problema de España es
el crecimiento, para los segundos el descontrol de la deuda pública.
Dos visiones enfrentadas, dos análisis del origen de la crisis y dos
formas de salir de ella, así como también dos visiones críticas con la
opción elegida: un programa de reducción gradual del déficit público en
donde es posible obtener concesiones a cambio de reformas estructurales. Muchos acusan a Merkel de estar ante un plan de simple consenso, de no mojarse,
pero la realidad es que los “merkelianos”, aunque incomprendidos, han
trazado unas líneas meticulosamente estudiadas que están a punto de dar
sus frutos.
Crecimiento
¿Estamos ante un problema de falta de crecimiento? Se
realizan recortes para que la deuda pública no se desboque, pero cada
punto de PIB que se recorta hace caer al PIB en una mayor proporción. Ver el informe del “mea culpa” del FMI al respecto. El resultado es que, paradójicamente, cuanto más austeros somos más aumenta el déficit público y más deuda obtenemos,
y por supuesto menor crecimiento. Una austeridad demasiado acusada, en
la situación actual, aun aplicada con la mejor de las intenciones y la
mayor diligencia, podría llevar al país a la quiebra buscando
exactamente lo contrario.
Lejos de estar ante una creencia, existen evidencias
bastante fuertes de este proceso, empezando por el estudio de los
multiplicadores fiscales anteriormente citado realizado por el FMI. Así
que, si el exceso de austeridad es negativo, ¿qué hacemos? La respuesta
según “el bando del austericidio” es aplicar la receta opuesta,
estimular para crecer, de forma que el ratio de deuda pública entre PIB
se reduzca por un aumento del denominador, favoreciendo además la
generación de empleo. Un círculo virtuoso… o eso creen.
Nadie en público se atreverá a decir que el
crecimiento es malo, ¡lo tomarían por loco! Es algo así como estar en
contra del amor, de la paz, o de la felicidad. ¿Han escuchado a
alguna persona decir que está en contra del amor o de ser feliz? Pues
tampoco encontrarán a un economista estar en contra del crecimiento.
El problema surge cuando pasamos de los conceptos etéreos a la
realidad, y así como a estar mal acompañado no se le debe llamar amor, a
crecer insosteniblemente tampoco se le debería considerar crecimiento.
Todos queremos crecer al igual que queremos amor, el problema es cómo.
España en la última década creció, y creció mucho, pero creció de forma intensiva en deuda externa hasta que dicha puerta se cerró.
Reclamar que Europa financie lo que nadie quiere financiar es perder el
tiempo, máxime cuando apostar por una estrategia de crecimiento que
obvie nuestro déficit de competitividad provocaría que al final del
camino estuviésemos aún más endeudados, y provocaría principalmente que
nada cambiase. ¿De verdad creen amantes del crecimiento etéreo que
consolidar nuestro anterior modelo de crecimiento sería positivo? Pues
yo no, no lo creo, yo creo en una España más competitiva, más
exportadora y más industrial, creo en un nuevo modelo y en las reformas
estructurales. No crecer temporalmente es el peaje [...]
No hay comentarios:
Publicar un comentario