Una de las primeras cosas que hace en nuestro país cualquier movimiento político es cambiar los nombres de las calles. Inocente manía, que parece responder a la ilusión de borrar el pasado hasta en sus vestigios más anodinos y apoderarse del presente y del mañana. En el fondo, es una muestra del subjetivismo español, que se traduce en indiferencia, desamor o desprecio hacia el carácter impersonal de las cosas.
Ibárruri expulsó en 1964 del PCE a Claudín y Semprún, calificándolos de "intelectuales cabezas de chorlito". |
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