Invítolos a lleer esti artículu de José María Izquierdo n'El País del 16/10/12. Trescribo-yos la metada y doi dempués l'arreyu pa que lu sigan nel llugar orixinal.
No parece necesario insistir en la existencia ambiental de ese
huracán de desafección a la política —y a los políticos— que impregna,
como una sustancia viscosa que todo lo cubre y ensucia, tanto sesudos
artículos como despejadas charlas de café. Leemos y oímos que la maldad
intrínseca de cuanto personal se dedica al ejercicio de la
representación política solo es comparable al nivel de su corrupción.
Hablamos de las élites extractivas que dicen algunos intelectuales y
esos chorizos que nos cuentan algunos taxistas. Que son los mismos: los
políticos. ¿Pero lo son algunos? ¿Pocos, muchos, o quizá lo son todos?
Todos, todos ellos sin excepción. Y por eso debe ser que el pueblo no
los quiere. Así, al menos, lo dice hasta el CIS y algún que otro juez.
Son unos inútiles y unos ladrones el concejal del pueblo más pequeño y
el alcalde del municipio más poblado, el diputado de Izquierda Unida en
el Parlamento asturiano o la consejera de Cultura de cualquier
comunidad autónoma. Los peores son los de mayor rango, los diputados,
ministros y equivalentes al frente de la procesión, hilera que debería
convertirse, nos dicen las almas angelicales de tanto movimiento
ciudadano, en siniestra cuerda de presos, tocados con el vergonzante
capirote y el cartel de “Soy político, golpéenme” colgado del cuello.
¡Cuánta justicia habría en esa reata de desgraciados pasando entre la
multitud por un estrecho pasillo, recibiendo los merecidos golpes de una
ciudadanía engañada y masacrada por esos seres sin escrúpulos! ¡Qué
canalla ese edil, qué miserable ese director general de Sanidad, qué
vileza la de esa diputada de siglas indeterminadas, que ya se sabe que
todos los partidos la misma mierda son!
No importa que esos políticos hayan sido elegidos, hace apenas 10
meses, por quienes ahora les vituperan. El 20 de noviembre de 2011 votó
el 68,94% del censo, exactamente 24.666.392 ciudadanos. Ciudadanos, por
lo que se ve, que votaron a unos corruptos e inútiles para ocupar los
escaños que posteriormente desembocarían en la elección de los cargos
más representativos del Estado. Esto pasó en noviembre del año pasado, y
cuando vamos a soplar la vela del primer aniversario de este Gobierno
nos encontramos con la ominosa desafección...(En defensa de los políticos. Y de que cambien)
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