Esta
semana pasada. Han andado de comedia. Exactamente de «ñaque», aquella forma de
representación que Rojas Villandrando definía así en su El viaje entretenido: «Ñaque es dos hombres; éstos hacen un
entremés, algún poco de un auto, dicen unas octavas, dos o tres loas, llevan
una barba de zamarro, tocan el tamborino. Y cobran a ochavo y en esotros reinos
a dinerillo; viven contentos, duermen vestidos, caminan desnudos, comen
hambrientos y espúlganse el verano entre los trigos y en el invierno no sienten
con el frío los piojos».
La obra representada es, por
otra parte, antigua, muy antigua. Se trata del mismo texto que con el título de
«Manifiesto de Santillana» suscribieron los próceres del PSOE el 30 de
agosto de 2003. Menos de un mes más tarde, a mediados de septiembre, decía yo
con respecto al texto y al acto:
«Constituye, básicamente,
un conjunto de vacuidades a las que se suman algunas propuestas un poco más
concretas pero no muy precisas, como las de la reforma del Senado, la
conferencia de Presidentes o la de una cierta presencia de las autonomías en la
toma de decisiones de la Unión. Podríamos pensar que la declaración constituye
un puro acto propagandístico o tener por bueno lo que susurran muchos
socialistas: que una vez pasadas las elecciones catalanas, y cumplido el
trámite de prestar al candidato Maragall un soporte de credibilidad autonomista
/ catalanista, todo quedará en agua de borrajas. No lo hagamos: creámoslos,
tomémoslos en serio».
«Es sabido que, desde el
primer momento de la constitución del estado de las autonomías, vascos y
catalanes no se encuentran cómodos en su encaje constitucional. Una parte
porque no quieren estar en España, otra porque no acepta que los niveles de
autonomía tengan una cierta homogeneidad en las diecisiete comunidades. De esa
manera, vascos y catalanes han hecho, desde 1982, diversas propuestas de
modificación del statu quo. La del PSC de Maragall se conceptúa como «federalismo
asimétrico» y busca, en sustancia, una Cataluña menos integrada en España y que
transfiera menos riqueza al resto de comunidades. La propuesta no solo responde
a la concepción que el candidato socialista catalán tenga de su país o del
Estado, sino que se constituye como un elemento básico para tratar de captar
votantes de CiU en las elecciones autonómicas».
Pues bien, desde esa fecha
las dos variables, la del federalismo asimétrico y la de la financiación
insolidaria para Cataluña, han venido siendo impulsadas, aplaudidas y votadas
por todo el PSOE, sin excepción, incluidos el califa don Vicente, y el califa
en lugar del califa, don Javier. Las declaraciones de ambos y los apoyos
explícitos al Estatut y a los privilegios de Cataluña —incluidas fotos en la
Generalitat— están a disposición de quien quiera verlas. Es cierto que, cuando
se les ha preguntado en su tierra, ambos gestores del gobierno asturiano para
el PSOE se han mostrado incómodos y han boriado algunas respuestas que
pretendían sugerir una cierta incomodidad o desacuerdo. Pero después, en la
práctica, han apoyado todas las decisiones políticas y textos jurídicos que han
avanzado por esas dos líneas, federalismo asimétrico y financiación
privilegiada para Cataluña.
Por cierto, y ya que todo
el PSOE, desde el señor Rubalcaba hasta sus palafreneros de la FSA, llevan más
de una década hablando de federalismo, ¿podrían decirnos de qué federalismo
hablan, porque hay tantos en el mundo como estados complejos existen? ¿Serían
capaces de explicarnos en qué aspectos concretos no es hoy España un estado
federal? ¿Se trataría de un estado federal a cuatro o también contaríamos los
asturianos? Y, ya por molestar, una cuestión nada baladí: ¿hablamos de un
federalismo de big-bang o de big-crunch?, ¿para garantizar una mayor
homogeneidad y equidad entre los ciudadanos o para garantizar la superioridad
de unos cuantos?, ¿a fin de fortalecer la unidad territorial o para preparar la
marcha de algunos?
Sobre esta historia tan
vieja de engaño y traición a los asturianos y a otros, un aspecto novedoso, el
de la incesante actividad de Pere Navarro. Como se sabe, don Pere venía
actuando de «bululú», que es, según el citado Villandrando, «un
representante solo, que camina a pie y pasa su camino, y entra en el pueblo,
habla al cura y dícele que sabe una comedia y alguna loa: que junte al barbero
y sacristán y se la dirá porque le den alguna cosa para pasar adelante.
Júntanse éstos y él súbese sobre un arca y va diciendo: «agora sale la dama» y
dice esto y esto; y va representando, y el cura pidiendo limosna en un
sombrero, y junta cuatro o cinco cuartos, algún pedazo de pan y escudilla de
caldo que le da el cura, y con esto sigue su estrella y prosigue su camino
hasta que halla remedio». Pues así, don Pere. Venía, en particular viaje
entretenido, de hablarnos de la reforma constitucional para la monarquía. Ahora
parece, que tras acercarse al planeta
don Javier, su trayectoria gravitacional se ha acelerado y ha pasado a
representar la reforma constitucional para vascos y navarros.
Esperemos que, con el pan y la escudilla del cura halle
pronto remedio y, con ello, reposo. Por él, por ellos. También por nosotros. ¡Porque
tantos años la misma comedia, ya fiede!
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