Mostrando entradas con la etiqueta Juan Luis Rodríguez Vigil. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Juan Luis Rodríguez Vigil. Mostrar todas las entradas

Unos leen "digo" otros leen "Diego"

0 comentarios
(Ayer, en La Nueva España) UNOS LEEN “DIGO”, OTRO LEEN “DIEGO” Estos rapazos tienen un problema de redacción cuando escriben textos legales. Ahí tienen ustedes la ley Sisí, que redujo las penas a algunos delincuentes, sin que los redactores tuviesen esa intención. O la de la amnistía, que no consiguió plenamente sus objetivos. En parte, la razón de esos despropósitos legales se encuentra en que, para sortear informes negativos a normativas que tienen mucho de discutible o de ilegítimo, utilizan sendas legislativas que esquivan los informes previos sobre el texto -a través de proposiciones de ley o decretos-ley, por ejemplo, en vez de proyectos de ley- o haciendo oídos de mercader a los avisos previos de los expertos. No obstante, la razón fundamental se encierra en la máxima de Esaías Tegnér: “Lo oscuramente expresado es lo oscuramente pensado”. Sobre esa confusión o imprecisión inicial se levantan después interpretaciones diversas, generalmente motivadas por el interés particular, de provecho o defensa. Vengamos a dos momentos recientes. Acerca de la quita de la deuda generalizada a las comunidades autónomas existe una opinión mayoritaria, diría que unánime, fuera del ámbito de la política: es discriminatoria y desigual, favorece, por razones políticas, a Cataluña y Andalucía, y, al trasladar la deuda condonada al Estado, los individuos de las comunidades desfavorecidas pagarán -vía intereses, al menos- un porcentaje del déficit que ellos no ocasionaron ni del que disfrutaron. En el ámbito de la política las comunidades del PP han rechazado aceptar el procedimiento gubernamental. Las socialistas y los grandes favorecidos la han aceptado -bueno, a medias, Junts pide la exoneración total de los pufos catalanes-. Ahora bien, ¿qué han dicho los socialistas? Javier Fernández, expresidente asturiano: “La condonación me parece perturbadora por las causas que están en su origen, profundamente injusta por su carácter discriminatorio y muy peligrosa como precedente de la inevitable reforma del sistema de financiación”. Juan Luis Rodríguez-Vigil, también expresidente: "no es un regalo", "este lío vamos a pagarlo usted y yo". Antonio Trevín, de idéntica condición: “La quita por habitante igual para cada comunidad es lo único que me parece aceptable”. En cambio, los que están en el poder lo ven de otra manera. El Presidente Barbón, tras la condonación: “Ningún asturiano debe hoy más que lo que debía ayer”. Guillermo Peláez, viceconsejero de Hacienda: “La deuda no se paga a escote pericote”. Y el mismo, sobre las palabras de los anteriores presidentes: “Como grandes presidentes que fueron Javier Fernández, Juan Luis Rodríguez-Vigil y Antonio Trevín, no me cabe duda de lo que hubiesen hecho ante una condonación de 1.508 millones a la administración que dirigían”. ¡Toma castaña! Vayamos al acuerdo del PSOE con Junts sobre traspaso del control de fronteras e inmigración. Se ha leído de muchas formas. La cuestión primera es la de qué van a significar, en la práctica, ambas cosas. Según lo que entienden los independentistas catalanes y algunos partidos de la oposición, la Generalitat va a controlar de hecho las fronteras y la inmigración; el papel de policía nacional y guardia civil (del Estado) sería de comparsas. Desde el PSOE se ve la situación futura (lo que dice el texto), al revés, según acaba de precisar Marlaska: "No hay cesión en fronteras". Y la Directora de la Guardia Civil afirma que el cuerposeguirá desarrollando las mismas funciones en Cataluña. En todo caso, la plantilla de los Mossos d'Esquadra se ampliará en 1.800 nuevos agentes, pagados por el Estado -por todos nosotros- para actuar en las fronteras, tras el acuerdo entre el PSOE y Junts. No nos preguntemos a quién creer, o sí, pero pensemos en qué tipo de texto legal es el que permite interpretar cosas tan opuestas. En ese acuerdo y su traslación a proyecto de ley existen asimismo elementos que podrían interpretarse como la posibilidad de que el gobierno catalán pudiese expulsar inmigrantes por su condición o exigir el conocimiento del catalán para la residencia en Cataluña de “extranjeros”. Dicha opción no está, desde luego, en la parte dispositiva del texto, pero el preámbulo podría interpretarse como una voluntad en ese sentido. Al menos, así lo creen los independentistas. ¿Y qué dicen los propios socialistas -los que no son del gobierno central o diputados en Cortes- sobre ese acuerdo, sobre unos y otros aspectos del texto? Pues el gobierno asturiano afirma que “no comparte” la interpretación de Junts sobre él. ¿Y otros? García-Page proclama que el acuerdo con “la peor extrema derecha sobre inmigración le causa mucho bochorno como socialista”, y que es un acuerdo “hipócrita”, porque tiene planteamientos de “la peor extrema derecha y racistas”. Y Felipe González, manifiesta, al respecto, que “las competencias en inmigración no son transferibles ni delegables”. Y citemos a Podemos: “La exposición de motivos de la ley tiene un tufo racista”. Y respecto a esa posibilidad de que los inmigrantes (y tal vez los peninsulares no catalanes) se vean obligados a aprender catalán para residir en Cataluña, que todos los socialistas niegan que esté en el proyecto de ley y, desde luego, rechazan que pueda ser así, esto dice el señor Pérez-Castejón: «Todo se rige en torno a las leyes estatales y a la ley de extranjería. En nuestra Constitución viene recogida, además del castellano, la cooficialidad de otras tres lenguas (no es así, exactamente). Y en la ley de extranjería, lógicamente, se dice que se necesita también un conocimiento de las lenguas que se hablan en cada uno de esos territorios» (nada se dice de ello, por cierto, en la ley de extranjería). Pues ya ven. Ustedes dirán.

¡Con estos fierros trabayamos!

0 comentarios

El 12 d'agostu de 2002 asoleyaba na Nueva España un artículu nel que, a propósitu de que, d'aquella diba poder reservase la entrada pa Tito Bustillo -¡con tantos años de retrasu!- y averiguar si había o non entrades ensin necesidá de dir picar a la puerte, recordaba cuánto tarden n'adaptase n'Asturies les coses normales y cómo son aquellos que se llamen "progresistes" los que más retrasen el progresu o se oponen a la modernidá. "Los obstáculos tradicionales que se oponen al progreso" yera'l títulu del artículu, y miren lo que decía yo nél:

(Por cierto, a principios de los años 90, Rodríguez Vigil imperante, quien esto suscribe propuso en el Parlamentu Asturianu impulsar el vino de Cangas de Narcea bajo el amparo de la denominación de origen. Las carcajadas en  que prorrumpieron el gobierno y los bancos socialistas se oyeron en el cumal del Urriellu. Valga como otro ejemplo de la visión de Asturies y de la capacidad de previsión de aquellos a quienes se viene confiando la gobernación y guía de nuestra patria.)
Créanme, facer política n'Asturies ye mexase de risa, si ye qu'a ún nun-y importa nada, nin les persones nin les coses; si-y importen, ye morrer de tristura, ablucar de plasmu, glayar de rabia y quedar calvu de tirase de los pelos.



VÉNDOVOS UN MONO

0 comentarios

Así podría haberse dirigido a los avilesinos y asturianos don Vicente Alberto, al modo en como don Juan Pérez Arango, gestor de los intereses de don José Fernández, se dirigió en famosa ocasión a los mandamases electos xixoneses con su «Véndovos Mareo», para tratar de sacar de apuros al Sporting. Es cierto que entre ambas frases, aparentemente idénticas, habría habido profundas diferencias semánticas. La de don Juan era volitiva y en ella el verbo «vender» significaba «traducir por dinero». La del señor Areces, asertiva, y ahí «vender» se habría traducido en «revertirá en votos».


Pero si no hay constancia de que la frase hubiese sido exteriormente emitida, sí fue eso mismo lo que el presidente del Principado hizo al salir de una comida con el presidente de la fundación Príncipe de Asturies, don Graciano García, «vendernos» el mono que el señor Niemeyer había pintado y donado a la Fundación, la cual, a su vez, realizó la «traditio» al Gobierno en aquel encuentro gastronómico. Pues, en efecto, a partir de aquel mismo instante el dibujo empezó a pretenderse como el bálsamo de Fierabrás que sacaría a Asturies de sus tinieblas culturales y a Avilés lo resarciría de anteriores chascos y de su decadencia económica.


En todo caso lo que sí hacía don Vicente Alberto era enlazar con una tradición inaugurada por sus antecesores: la de anunciar los grandes eventos y faustos tras la refacción (téngase por lítotes, acaso) del mediodía. No estuve yo presente en el momento del anuncio de este grande evento, pero sí en el de otro, en el de la inversión de aquella compañía «mayor que las siete hermanas» que el señor Rodríguez Vigil y el señor Víctor Zapico, atraillados por el señor Lauze, anunciaron con trompetería. Y recuerdo aún el olor de los vegueros y el color de los papinos posteriores a aquella comida. En todo caso, estoy razonablemente seguro de que el señor Álvarez Areces no fumaba puros en la ocasión del anuncio.

Quien quiera tener alguna memoria recordará que durante mucho tiempo aquella propuesta de nada levantó entre Uviéu y Avilés, entre don Gabino y don Vicente Alberto, entre PSOE y PP, una permanente disputa sobre la ubicación del nonato; asimismo, que nunca se supo exactamente el destino del edificio construido sobre los efluvios del mono. Llegó a proponerse, por ejemplo, como «Museo de los Premios Príncipe», sin que eso supusiera, ni por asomo, que se supiera qué iba a contener el tal museo. Del mismo modo, se ignoraba quién iba a financiar el «aquello», ni su construcción ni su funcionamiento, ni cómo se haría compatible esa institución con tantas otras que pululan por Asturies. Lo que sí sabían PSOE, don Vicente y doña Pilar Varela era que había que compensar a los avilesinos de tanta decepción y tantas promesas incumplidas por ellos mismos.


Sumen a ese elemento central un vector fundamental: una forma exacerbada de entender la política para la cual la voluntad lo es todo y la realidad poco; para la que presupuestos y normas no son cauces para que fluyan las aguas, sino diques para que no lo hagan. Añadan una época en que el dinero (sonante o en deuda) parece un material inextinguible. Coloquen ahí al señor Zapatero o al señor Areces.


Pero ese anverso tiene su reverso: el de los ciudadanos que piensan que sus demandas o apetencias deben ser satisfechas al instante; que fingen o fingen creer que el dinero cae del cielo y que, si no lo hay o que si sus exigencias no pueden cumplirse ahora mismo, es culpa de los políticos, y que, por lo tanto, están dispuestos a creer cuanto quieren escuchar, aquello precisamente que «el buen político» siempre tiene el olfato presto para decirles. Porque, como decía François Mitterrand, «las promesas electorales solo comprometen a quien las cree»; o, dicho de otra forma, los fraudes electorales no se asimilan a las estafas, sino a los timos: es indispensable la voluntad también engañadora o ilusa del timado.

Y último vector que nos lleva a un ente cultural sin definición, a una gestión caótica y tal vez punible, a una deuda inasumible, a unos patrones del «ente» que no saben qué hacen allí, a un partido que no sabe cómo gestionar sus responsabilidades y las de sus conmilitones, a otro que se lía los pies consigo mismo y a una comisión de investigación que está en la linde de lo bufo, quizás porque es el alinde de todo ello, tanto en los investigantes como en los investigados. Ese último vector es el papanatismo cosmopolita. Díganle a la mayoría de los políticos asturianos que, saltando por encima de las sebes de su país, van a hacerlos oler el polvo (el de las calles) de Nueva York y se volverán locos; tráiganles a un estadounidense afamado y guardarán para siempre el olor de sus micciones. Y ya si les dicen que van a construir aquí algo nada asturiano pero que, como al Faru de Cuideiru de la canción, van a ponerlo muy alto para que alumbre el mundo entero y no se pierdan los barcos, llegarán al deliquio.

Y es ahí donde aparece el Deus ex machina, el señor Natalio Grueso, con su agenda. De él no quiero comentar más que la actitud despectiva que entraña aquella frase suya ante la comisión de investigación: «Ahora el Niemeyer es una casa de cultura de pueblo». Me recordó inmediatamente el tono despectivo con que, en la Universidad del País Vasco, el ex diputado Francisco Letamendía trataba de ofender a nuestro bandalisquiano Francisco Llera Ramo. «Aquí huele a cucho de establo asturiano» gritaba al pasar por delante de su despacho.

A Francisco Letamendía, Ortzi («nube») de nombre de guerra, lo tuvo que recoger una piadosa patrulla de la guardia civil de la mar cuando, huido en una lancha con poca gasolina la noche del 23 de febrero de 1981, se quedó a la deriva en mitad del Cantábrico.

Esperemos que ahora que todos los protagonistas de aquel dislate se han visto bajados de la nube y han visto su pobre barquilla «entre peñascos rota, / sin velas desvelada, / y entre las olas sola» no necesiten ser remolcados por la guardia civil para su regreso a tierra firme.


El culebrón de Lauze, Vigil, Zapico y la pretroquímica

0 comentarios
Invítolos a seguir el serial que lleva yá dellos díes publicando El Comercio de Xixón col motivu de cumplise venti años d'aquel timu ensin timu que se llamó "Petromochu" (nome col que, por ciertu, nel chigaretu del PAS de San Matéu, El Furacu la Curuxa, servimos durante dos años una bebida que feximos pa la ocasión, y que tuvo ésitu abondo).
El reportaxe ye magníficu. Depréndese nél munches coses. 
Si quieren, vean:





Lauze y Ucrania: ¿Valemos pa poco o pa munchu?

0 comentarios
Supongo que sabe qu'un falsu representante de Gas Natural Fenosa firmó con Ucrania un contratu (falsu, ñidiamente) de 850 millones d'euros. El casu provocó un escándalu políticu n'Ucrania y Rusia.

Dalguna xente recordará que, allá pelos 90, Rodríguez Vigil regnante, equí presentóse un tal Lauze que decía venir en representación d'emiratos árabes y de perimportantes compañíes petrolíferes. Polo visto, el negociu yera instalar una refinería.


La cosa esfízose rápido, nun se llevó a términu y acabó -mui asturiano- con unes rises y la dimisión del Gobiernu Vigil.

Agora la pregunta: ¿somos más llistos los asturianos que los ucranianos? ¿El Jordi Sardà Bonhevi ye más llistu que'l nuestru Maurice Jean Lauze?

Pues xulguen vustedes. Pa más datos de lo d'Ucrania, pueden pinchar equí (Estafa Ucrania). Pa recordar lo del ínclitu, ver Lauze, la refinería, el gobiernu Vixil.