El viernes 1, día de Todos los Santos, doña Rosa Díez abría en Madrid el congreso de su partido, anunciando que en Asturies su formación rompía con el PSOE por no modificar la ley electoral (o, en sus palabras, por no cumplir el acuerdo de modificar la ley electoral). Horas después, con nocturnidad y arrastrado por doña Rosa, el coordinador de IU en Asturies, don Manuel González Orviz, se presentaba ante los medios para manifestar una posición semejante (aunque expresada con términos menos rotundos) por idénticas razones. Solo posteriormente el «jefe» de UPyD en Asturies, don Ignacio Prendes, reiteraba lo dicho por su mandamás (o «mandamasa», que ya no sé).
En primer lugar, las formas. Si he dicho «mandamás», y no «presidente» del partido de UPyD, lo he dicho con cuenta y razón. Ante todo, porque el anuncio lo ha realizado inicialmente doña Rosa, y no la persona a quien han elegido los asturianos, don Ignacio; y porque se ha hecho en Madrid, como instrumento de agitación y propaganda de la política de UPyD en el conjunto de España, y no en Asturies, lugar en el cual afecta la medida. Pero también por otro aspecto de las formas: porque doña Rosa ha tratado a don Ignacio en esta ocasión como lo hizo la anterior vez que Asturies vino, con motivo precisamente, si la memoria no me engaña, del pacto en cuestión; ocasión en que trató a don Ignacio, ante los presentes y ante los medios, de forma casi humillante, como un servus dominae, llegando incluso a ordenarle callar en un momento determinado, para dar ellas las explicaciones que quería.
Ahora bien, parte de ese trato es coherente con lo que es UPyD, un partido fuertemente centralista, cuyo objetivo es —al menos a su cantar— reconducir el estado de las autonomías y reducir estas (lo que constituye un misterio es saber qué votan en concreto los asturianos al votar a UPyD, es posible que esto mismo, es probable que no, lo ignoro). Y, desde ese punto de vista, no es de extrañar que el anuncio se haya hecho donde se hizo y por quien se hizo. Y no olvidemos una cosa: ese aldabonazo contra-PSOE al comienzo del congreso y en fin de semana con puente le viene muy bien a UPyD para seguir arañando votos donde tiene hoy su más importante caladero, en el campo del PP.
No olvidemos, por otro lado, que la pretensión de acendrada pureza democrática y servicio a los ciudadanos que UPyD e IU exhibían con la modificación electoral que exigían no era tal, como creo haber demostrado aquí, en La Nueva España, el 11/10/13, sino, simplemente, la intención de ampliar su negocio, de sacar el máximo jugo a la confianza en ellos depositada en las urnas, pero impidiendo que otros ciudadanos tuviesen igual trato. Y, en otro orden de cosas, ninguno de los firmantes, ni UPyD ni IU, fue engañado por el PSOE. El acuerdo lo decía bien claro: «Para alcanzar este objetivo promoveremos la inmediata constitución de una Comisión Especial para la evaluación del sistema electoral asturiano y el diseño de medidas que puedan desembocar en una reforma del mismo si goza de un amplio consenso político que, en el seno de la Junta General, se concretaría en una mayoría reforzada». Como en el caso de aquel «Otán, de entrada no» del PSOE, el «si», el «amplio», y la «mayoría reforzada» no pueden engañar a nadie, salvo que padezca una grave incuria lectora o quiera dejarse engañar, ya sea, como dice el chiste, «en gañote» o «más embaxu».
Por otro lado, el PSOE, al estar en minoría y, sobre todo, si no puede aprobar los presupuestos, debería, en estricta puridad democrática, convocar elecciones anticipadas. ¿Lo hará? No, por supuesto. Al modo como lo han hecho otros muchos gobiernos de comunidades autónomas, seguirá gobernando con esa tacha democrática. Por lo demás, para gobernar una autonomía, mejor o peor, basta con ir administrando los presupuestos de que se dispone todos los años, prorrogados o no. El resto, las derrotas y reveses parlamentarios no será sino «verduras de las eras», pasto de titulares que se agostarán en menos de veinticuatro horas, como la inquietud o la atención que suscitarán.
¿Que la ausencia de presupuestos durante dos años va a perjudicar al conjunto de los asturianos, máxime en una dinámica de recuperación económica generalizada? Evidentemente, pero, desde luego, no es el PSOE un dechado para decir nada al respecto. Recordemos que durante el Gobierno de Marqués prefirió, primero, que no hubiera presupuestos durante cuatro años, después, que el caos se instalase en Asturies para que la derecha «se cociera en su salsa».
¿Que qué es todo esto, con la preterición de los intereses de la generalidad de los ciudadanos? Llamémoslo por su nombre, tomándolo prestado de Tom Clancy, «juegos de patriotas», en el entendimiento de que —casi sin excepciones, acaso coyunturales— la primera patria de los partidos son su propio partido, su parcialidad y su interés. Es cosa de los ciudadanos después discernir y peñerar: acertar con quién se defienden mejor sus intereses personales o se sostienen sus prejuicios, cambiando para ello de urna, manteniéndola contra viento y marea, quedándose en casa por indiferencia o hastío. Es eso la democracia: espíritu de facción, intereses contrapuestos, ensueños o diseños de futuro, irrealizables o factibles. No le pidamos lo que no es, pero no nos dejemos engañar por las apariencias ni por los discursos, porque la democracia solo es sólida si el ciudadano —miembro con derecho a voz y voto en la junta general de accionistas— es responsable, está informado y participa.
A fin de cuentas, con todas sus limitaciones constitutivas, es el mejor sistema de organización de la vida colectiva de que disponen las sociedades de bípedos erguidos que ocupan el planeta.
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