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Botellón, sidre, Areces y PSOE

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A propósitu del botellón, Xixón, Foro y Morillón. ¿Daquién s'alcuerda de que lo que primero ficieron Areces y el PSOE fue prohibir escanciar sidra en la calle (y vender oricios enfrente la Pescadería)?

Más memoria histórica, por favor.

TAMBIÉN PREOCUPANTES Y DOLOROSAS

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                El panorama parece enteramente ocupado por la situación económica (con su fundamental de nuestra estructura productiva y su coadyuvante de la financiación y la deuda) y por el independentismo catalán, pero hay otros muchos aspectos de la realidad que, siendo de menor resonancia o alcance,  son importantes, por preocupantes, significativos o dolorosos; a veces, por cómicos.
                Preocupante es, por ejemplo, la decisión de Dolores de Cospedal de quitar el sueldo a los parlamentarios de Castilla-La Mancha. He citado en ocasiones a san Pablo («el obrero es merecedor de su salario») o a periodistas de comienzos del XX (Adeflor) para señalar que si quien no tiene riquezas no cobra por su trabajo en la política, esta queda solo en manos de los señoritos. Vayamos más allá: si los parlamentarios no cobran en la cospedaliana comunidad no puede haber entonces control del Gobierno de la doña. Y, una de dos, o es que la doña no quiere que controlen su acción de gobierno o gasto o es que cree que el parlamento no vale para nada porque para nada valen gobierno y autonomía. En ese caso, lo honrado es que devuelva las competencias y disuelva la institución.
                Hacia poniente, el presidente de la comunidad extremeña, el señor Monago, vino estos días a añadir una pieza más en la exhibición de torpeza y de falta de finura democrática de una parte importante de la derecha española. Comparar el hipotético referéndum de Cataluña sobre la soberanía con otro que él pudiere realizar para «declarar oficial el traje de lagarterana» es de una tal tosquedad intelectual, manifiesta una tamaña falta de sensibilidad hacia las emociones de los demás, que tal parece que el señor Monago estuviese actuando con la única finalidad de atizar aún más las pasiones de aquel territorio.
                No hablemos únicamente de los políticos, hablemos de las instituciones. ¿Qué les parece a ustedes que el FMI, que viene reclamando desde hace años una política de austeridad y recortes para España y otros países, proclame ahora que los recortes y la falta de inversión ponen en peligro la recuperación económica? ¿Les parece de alguna seriedad? ¿No habría que unvialos a tostar guiaes, como dice nuestra expresión? Al menos, lancémosles aquel «¿por qué no te callas?» real. Pero menos serias son aún las estimaciones que, una y otra vez, se realizan sobre los asistentes a las manifestaciones. Por solo poner un ejemplo: se anunciaba el otro día una concurrencia multitudinaria (de 10.000 o 15.000 personas) en Avilés a una manifestación en pro de la reindustrialización. Pues bien, miren ustedes la fotografía del avilesino Parche con los allí reunidos al final del paseo: son unos escasos cientos. ¡Un poco de respeto, señores!
                O hablemos, mejor, de nosotros mismos, de nuestros conciudadanos. El 20 de noviembre de 2011, el 44,62% de los votantes entregaban su voto al PP; nueve meses después, en el Barómetro de septiembre del CIS, solo un 28,5% «recordaba» haberlo hecho. Según he dicho muchas veces, la democracia se basa en la irresponsabilidad absoluta de los votantes, no porque acierten o no al votar aquello que deseen, sino porque se desentienden a continuación de sus actos, hasta el punto de venir a decir, con su olvido, «que ellos no han sido».
                Pero para I(ncompetencia)+D(espilfarro)+I(incapacidad) la del PSOE asturiano y sus sucesivos gobiernos. Por tercera vez sentencias o informes jurídicos han echado atrás la llamada carrera profesional de los enseñantes, un complemento salarial que venían cobrando desde 2007, al igual que el resto de los funcionarios. Durante todo este tiempo, estos fenómenos socialistas y sus compinches de IU y sindicalistas, han sido incapaces de elaborar bien un documento administrativo. Ahora se pone en peligro esa percepción económica (que, repito, disfrutan todos los funcionarios del Principado) y aun se corre el riesgo de que existan repercusiones retroactivas. Todo ello en un sector que ha perdido el 20% de sus haberes en tres años, que carga este año con dos horas más de trabajo en clase y dos más de permanencia en los centros, y que nunca tuvo la rebaja de 37,5 horas a 35 que sí tuvieron los demás funcionarios por regalo de anteriores gobiernos.
                ¡Ah!, y a la cabeza de todo este dislate, aquel egregio don Vicente Alberto Álvarez Areces, aquel a quien pueblo y élites aclamaban y reclamaban como el mejor gestor del universo.
                Pues los demás, todos iguales: maestros en el I+D+I.

         

¿Cómo fue lo de Cataluña? El PSOE, insolidario

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Sigo equí recordando cómo se fueren aperiando los caminos que llevaren a l'actual situación de Cataluña, el pesu decisivu que nello tuvo'l PSOE y cómo, nesi camín, dexó delláu -col discursu de la solidaridá- la igualdá ente los ciudadanos, al tiempu que sacrificaba los intereses de los asturianos.
Esti artículu de 2005 en La Nueva España quier ayudar a evitar la desmemoria sobre'l camín y les responsabilidaes.


FARTUCOS DE SOLIDARIDAD (SOBRE LO RETRÓGRADO DE CIERTA IZQUIERDA) (18/10/2005)


            Previas. Uno: Quien esto firma y su partido están tan convencidos de que es necesario reformar nuestro estatuto que, en 1998, cuando PP y PSOE aprobaron de consuno el actual, no le dieron su visto bueno (entre otras cosas, porque si no tenemos autonomía para disolver el parlamento y convocar elecciones, sino que nos dicen cuándo hay que hacerlo, ¿qué autonomía es esa?). Dos: Los señores Ibarra, Chaves, Areces y las organizaciones regionales a que pertenecen son tan responsables del proyecto catalán de estatuto como Maragall, que a nadie ha pretendido engañar nunca y lleva diciendo lo mismo desde mediados de los años 80. Ellos, al igual que don José Luis Rodríguez Zapatero, ese incendiario Nerón autocomplaciente, han proporcionado las teas y el fuelle para avivar la hoguera maragalliana.

            Pero el objeto de este artículo no es recordar esas evidencias, ni analizar todo o parte del estatuto catalán, sino uno solo de los argumentos con que una facción del PSOE parece ahora querer tapar o disimular les vexigues que su inyección variólica ha provocado, el de la llamada “solidaridad”.
            El vocablo “solidaridad” no se les cae de la boca a los practicantes de cierta izquierda. Es en sus discursos tan frecuente como lo es “caridad” en los roperos parroquiales o “gracia” en ciertas disputas teológicas. Lo entonan, además, con tal unción y arrobamiento que parece acercarse en sus resonancias emocionales al ámbito de lo sacro (su precisión terminológica anda, más bien, cerca del limbo). Y es en la falla de este concepto, el de la “solidaridad” interregional, donde encuentran el mayor pecado (esto es, error) del estatuto catalán (¿y de sus conmilitones?).
            El concepto de solidaridad dentro de las partes de un estado es, desde luego, un concepto premoderno y está más cerca de la caridad voluntariosa que de la política como instrumento igualatorio, redistributivo y garante de un acervo de bienestar para cada ciudadano. La base del estado moderno (progresivamente desde la caída del Antiguo Régimen) es la ampliación y unificación del mercado, la desaparición de portalgos, pontalgos y derechos señoriales, la libre circulación de personas y mercancías. A partir de ahí, un estado fuerte puede recaudar y poner en práctica las políticas igualatorias y redistributivas a que su vocación, más a la derecha o a la izquierda (en términos convencionales), impulse a cada gobierno.
            El sujeto de las políticas recaudatorias es, pues, el individuo, no la comunidad. Del mismo modo, su objeto es también la persona, y solo lo es el territorio en la medida en que las dificultades o circunstancias del mismo impidan el desenvolvimiento de los sujetos habitantes en él.
            Apelar, pues, a la ruptura de la solidaridad como la razón de fondo para retocar el estatuto catalán es contemplar el mundo desde una perspectiva que tiene más que ver con la caridad que con la política, y, sobre todo, es de un enorme arcaísmo conceptual, premoderno. Nada extraño, ciertamente, en una cierta izquierda que tiene sus territorios de pasto identitario en aquellos dos metafísicos que fueron Hegel y Marx, creyentes ambos en el fin de la historia y en la teleología de su devenir.
            Pero, además, desde un punto de vista pragmático, la ruptura del mercado y las políticas fiscales que entraña el texto del PSOE catalán (que tiene como coautores fácticos, no lo olvidemos, al neroniano Zapatero y sus apurrefueos llocales) es inseparable de sus presupuestos políticos. El fundamento de su propuesta económica («todo lo que recaudo es mío, y doy de ello lo que quiero») es inextricable de la declaración de Cataluña como una nación con soberanía previa a su pacto con España (tal es la expresión dicotómica maragalliana, Cataluña / España, exactamente la misma que Zapatero: pongan oídos atentos cuando hable este último), con derecho a autodeterminarse cuando lo desee y con una letra de cambio ejecutable para convertirse en Estado en fecha por decidir.
            De modo que, cuando proclaman que el único o principal problema del estatuto del PSOE y Zapatero es la solidaridad, mienten, se engañan, nos engañan, quieren engañarse o engañarnos, no entienden nada. ¿Todo al mismo tiempo? Sí, todo al mismo tiempo. Así fluctúan cerebro y psique: entre el temor, el desconocimiento, la defensa de los suyos y lo suyo y el «atéchate mientres escampa».
            Todo muy a costa nuestra, de cada uno de los asturianos, menos de los que viven del negocio. 

¿Cómo fue lo de Cataluña? El PSOE, contra los asturianos

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                     Convién, nesti país de tan voluntaria mala memoria, recordar cómo se vieno a l'actual estáu emocional de Cataluña, quién punxo la gabita pa ello y cómo too ello fízose contra los asturianos pol PSOE, lo que güei vuelven proclamar lo mesmo: asimetría pa Cataluña.
                        Esti artículu del 28/05/2055 puede ayudar escontra la desmemoria.

                  EL PSOE Y ARECES, CONTRA LOS ASTURIANOS (28/05/2005)


            Anda estos días el Presidente Areces por media España reuniéndose con algunos otros cabezaleros autonómicos para tratar de conjurar las desigualdades en las futuras reformas estatutarias, sobremanera las referidas a la sanidad y la financiación. Y, muy especialmente, parece oponerse a algunas de las propuestas de su collaciu Maragall, como las de la quiebra de la solidaridad interregional o la denominación de Cataluña como “nación”.
            Ciertas personas de buena voluntad ven en el periplo y las manifestaciones de don Vicente Alberto un gesto ejemplar y una actuación consecuente con su obligación en cuanto Presidente de los asturianos. Algunos, sin embargo, creemos que, en esta materia, el señor Presidente no tiene crédito y que sus palabras no poseerían valor alguno ni aunque se vistiera de nazareno, realizase el camino a pie hacia Madrid como disciplinante no sanchopancesco, y se sentase después durante un mes a las puertas del despacho de Zapatero (o ante los leones de las Cortes) vestido de saco y cubierto de ceniza, al igual que Enrique IV ante Gregorio VII. ¿Por qué? Se lo recuerdo.

En el señor Areces ha venido constituyendo una inveterada costumbre el correr a sostener con entusiasmo el palafrén del señor Maragall, es decir, del proyecto que, desde hace ya muchos años, viene defendiendo el PSC catalán, el "federalismo asimétrico", a saber, un estado español federal (no España) a tres: Cataluña, Euskadi, España (en cuyo saco, como una más, estaría Asturies). Lo ha hecho al menos en cinco ocasiones públicas: en conferencias barcelonesas del 4 de julio de 2001 y 18 de marzo de 2002 ("coincido y comparto muchas de las propuestas formuladas por Pascual Maragall", volvía a repetir aquí), en la última campaña electoral catalana, en la declaración de Santillana (30 de agosto de 2003) y con ocasión de la constitución del gobierno tripartito catalán —en estas dos últimas ocasiones, con la colaboración del partido en Asturies y su Secretario General, don Javier Fernández, saludando el acontecimiento como una oportunidad de oro para el progreso y la solidaridad en toda España—. Y, sin embargo, a nadie se le ocultaba que tanto el PSOE catalán como sus socios de ERC y de IU tenían, entre los propósitos más destacados de su actuación política, el de romper el estado en Cataluña en lo referente a la circulación redistributiva de las plusvalías, que es lo que significan los impuestos en la modernidad desde que se han acabado los portalgos, los pontalgos y los derechos señoriales (algunos lo llaman “solidaridad” y otras tonterías, como si fuese una especial aportación de determinada ideología; es,  simplemente, el estado moderno, el de los ciudadanos).
Esa voluntad viene ya plasmándose en la redacción del nuevo estatuto catalán y se han hecho varias propuestas al respecto, la sustancia de las cuales consiste en entender que el dinero recaudado en Cataluña a través de los impuestos es únicamente de los catalanes y que la cuantía aportada por ellos hasta ahora a las arcas comunes del estado (sanidad, pensiones, etc.) debe reducirse sustancialmente y, en todo caso, debe depender de su voluntad.
Que esto, y no otra cosa, era lo que venía demandando desde siempre el PSOE en Cataluña lo sabía un tonto; que constituía ello la cañamina de lo firmado en Santillana, un necio; que eso, y otras demandas “asimétricas”, constituía el eje central del programa del gobierno tripartito —que con tanto alborozo saludaron como un alborear para toda España, el PSOE asturiano y el Presidente— no lo ignoraba un nasciturus. De modo que, salvo suponer una absoluta idiocia en el señor Vicente Alberto y los socialistas asturianos, hemos de tenerlos por cómplices voluntarios de todas las ventajas, insolidaridades, desigualdades —“asimetrías”, en una palabra— que han de venir con el estatuto catalán y, posiblemente, con el vasco y gallego.
Las personas de muy buena voluntad —o los tiffosi, que son muchos— querrán suponer que PSOE asturiano y Álvarez Areces se han dado cuenta ahora de su error, y que, por ello, de una forma que los honraría, tratan de rectificarlo. Pura voluntad de fe.
Siempre he dicho que la fe no consiste en creer lo que no vemos. A fin de cuentas, es esa una fe trivial y no muy difícil. La verdadera fe es la de no creer lo que vemos, por más que lo tengamos delante de los ojos, en negar la evidencia, que es la fe de los devotos entusiastas, fe en virtud de la cual funcionan las parroquias electorales, o, desde otro punto de vista, las adhesiones inquebrantables. A nadie se le escapa que el señor Rodríguez —quien, por cierto, debe su puesto de Secretario General del PSOE a los socialistas asturianos— se ha comprometido a aprobar el estatuto catalán tal como salga del Parlament. Por lo tanto, el señor Areces, los socialistas asturianos y los del resto de España se tragarán –al modo en que lo prefieran: a secas o con vaselina- el estatuto catalán (y, en su caso, el vasco y el gallego) con todas sus insolidaridades, discriminaciones y  “asimetrías”. Es decir, que la juerga –o el negocio, según prefieran ustedes- del PSOE asturiano y del señor Areces la pagaremos todos en nuestras carnes y bolsillos (desde el empleo, hasta la sanidad).
¿Qué es lo que significan, pues, el periplo y las declaraciones del PSOE y de don Vicente Alberto de que no tolerarán discriminación ni injusticia? Pues, simplemente, una forma más de engaño, propaganda. Como ya saben que no les queda más remedio que esmorgar lo que su propio partido, su propio Zapatero y su propio Maragall les van a hacer tragar —el daño a Asturies y a otros españoles que ellos mismos ayudaron a nacer, engordar, cocinar, guisar y servir—, procuran disimular todo lo posible antes que llegue el desastre, para después decir: “a mí no me miren, yo hice lo que pude; y, además, si no es por mí, el daño hubiera sido aún mayor”.
Ya saben, se llama “política de izquierdas, progresista y solidaria”. Amén. Solo nos falta que la llamen “asturianista”, que acabarán por hacerlo.

¿Cómo fue lo de Cataluña? Contra los asturianos

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El 22/08/2004 asoleyaba yo esti artículu en La Nueva España, onde ponía de relieve lo que taba caminando en Cataluña, la discriminación qu'ello suponía al respective d'Asturies y cómo los socialistes agabitaben y afalaben esa discriminación.

QUIÉN TIENE LA SARTÉN POR EL MANGO (A PROPÓSITO DE LAS REFORMAS ESTATUTARIAS) 

            Asistimos estos meses en toda España a discusiones sobre el derecho de cada comunidad autónoma a ser llamada “nacionalidad”, “comunidad histórica” u otros términos semejantes, en relación con las futuras reformas estatutarias que PSOE y otros partidos impulsan. Dichas discusiones son, a veces, eruditas; apasionadas, en muchas ocasiones; absolutamente ingenuas, casi siempre. Porque lo que está en discusión no es si Pelayo es anterior a Wifredo el Velloso o si el Reino de Asturies es “más” que el Condado de Cataluña, en relación a derechos de origen. Todo eso es absolutamente indiferente y solo desde la más absoluta inocencia (o mala conciencia) se puede pensar que es ese el fondo de la cuestión.
            Desde 1980, una parte importante de las organizaciones políticas catalanas y vascas vienen manifestando su desacuerdo con la actual estructura del Estado y requiriendo un estatus diferente: parte de ellos, los independentistas, quieren dejar de ser españoles; otra, los arreblagantes, desean estar con un pie dentro y otro fuera, y por eso demandan un estatuto diferente que los coloque definitivamente en esa situación, pero, en todo caso, “por encima” del resto de las autonomías (o nacionalidades, al gusto del lector). Existen, asimismo, otros partidos y comunidades —aquí no citadas— donde se tienen pretensiones semejantes; pero su voluntad es irrelevante. Lo que hace relevante la voluntad de vascos y catalanes es que: a) una parte de su sociedad así lo demanda y ello se traduce en el voto a partidos o facciones de partidos que vehiculan esa demanda y la convierten en el eje de su política, b) los votos de esos partidos en Madrid gozan de coyunturas oportunas para condicionar el Gobierno central. Esto es lo que ha venido ocurriendo en el caso de Cataluña (primero con CiU, ahora con la facción maragalliana del PSOE). En el caso de Euskadi su capacidad de presión proviene de fuentes distintas: de la presencia del crimen como sustrato importante de la actividad política; de la ocupación de la sociedad por el PNV, que se ha convertido en el PRI vasco, y su permanencia en el gobierno desde la desaparición de la dictadura.
            De modo que lo que realmente está en discusión hoy no es quién ha sido en el pasado, sino quién es en el presente y, por tanto, quién tiene la capacidad de decidir cómo va a ser en el futuro. Es decir, quién tiene la sartén por el mango (o, en términos más explícitos y vulgares, quién tiene agarrado al que manda por sus partes sensibles). Lo que opinen los que no tienen esa capacidad de presión o lo que hayan sido sus respectivas historias es, al efecto, absolutamente evanescente.
            Si la discusión de los términos “nacionalidad” y “región” tiene, con respecto a la materia, alguna importancia es porque el artículo 2º de la Constitución cita esos dos vocablos, sin especificar qué comunidades son unas u otras y cuáles son los contenidos reales (financieros, políticos) de esa distinción. Una reforma estatutaria “arreblagante” y discriminatoria podría basar en ese texto, aunque fuese trayendo las razones por los pelos, su justificación, sin necesidad —subrayémoslo— de modificar la Constitución. De ahí que, en el caso de Cataluña y el PSOE, las palabras sean vitales: permitirían modificar sustancialmente la Constitución y establecer diferencias entre ciudadanos, sin que lo pareciese. El caso de Euskadi es diferente: en lo jurídico tendría su base, para un episodio arreblagante, en la disposición adicional primera de la Constitución, mientras que, en lo político, entre otras cosas, no necesita tener “miramientos” con ninguna organización de ámbito estatal.
            En todo este proceso de discusión, el papel del PSOE y del PP en Asturies es realmente ejemplar. Ambos son partidos centralistas (constitutiva y visceralmente centralistas), han apoyado siempre las reformas tendentes a reducir la autonomía asturiana y han votado en contra de cualquier pretensión diferenciadora (por ejemplo, en la reforma de 1998, han votado en contra de la propuesta del PAS de que Asturies fuese denominada “nacionalidad” o de que pudiera convocar elecciones cuando quisiese). En el caso del PSOE, además, ha apoyado siempre las pretensiones arreblagantes de Maragall y ha suscrito la Declaración de Santillana —que para eso fue redactada—. Que a unos, ahora, al PP, les haya entrado un virus pelayista, y que otros, el PSOE, pongan cara de dignidad y digan que no admitirán estatutos con diferencias, es, por una parte, hilarante y, por otra, una absoluta mentira y una burla sangrante: eso es lo que han venido, hasta hoy, abonando, propiciando y sosteniendo.
            Pero es que, sobre todo, ellos saben de sobra, como perrinos fieles que son de sus respectivos dueños, que cuando su señor se lo mande, pasarán por donde tengan que pasar y se conformarán con las sobras de la comida que el amo tenga a bien echarles. Y eso, el fingimiento de su capacidad para ser algo más que lo que les dejen ser, es la mayor mentira que, desde siempre, y especialmente en este tema, vienen contando a los asturianos.
            De modo que los asturianos, en esti marabayu de reformas estatutarias y constitucionales, tendremos no el reflejo de lo que ha sido nuestra historia en el pasado ni la imagen de lo que somos o creemos ser en el presente, sino lo que, en el conjunto de la política española, representa el saldo de lo que hemos querido valer hasta ahora con nuestros votos: nada.

¿Cómo fue lo de Cataluña? El PSOE, contra Asturies y con Cataluña

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Sigo equí publicando dellos artículos de los que, dende la decisión de 2033, del PSOE de defender el "federalismu asimétricu" pa Cataluña en detrimentu de los asturianos, asoleyé na Nueva España. Esti ye del 30/07/2004.


ARECES, AMNÉSICO 


En conferencia prorrumpida el jueves 22 de junio de este año de 2004, el Presidente Areces manifestó en Madrid que estaba en contra de la financiación autonómica propuesta por Maragall, por entender que ello generaría desequilibrios territoriales. Suspendan el juicio por un momento. Permítanme una parábola.
Un hombre anuncia públicamente que va a atracar un banco. Para ello, sin embargo, necesita una pistola, de la que carece, y un coche para dirigirse a su destino. Así lo anuncia en voz alta. Un amable viandante atiende sus requerimientos, le presta la pistola, lo lleva en el coche y lo deja a la puerta del banco. Se convierte, pues, en colaborador necesario. Ahora bien, preguntado después por su actos, manifiesta que él está en desacuerdo con la acción del atracador y que se opone a ella. ¿Qué dirían ustedes de las palabras del amable viandante, cómo las juzgarían en relación con sus hechos reales?
Es sabido por todo el mundo que quiera saberlo que el señor Maragall lleva predicando el “federalismo asimétrico” desde, por lo menos, 1990. Perconocido resulta que tanto Carod-Rovira como Maragall vienen exigiendo «reducir el déficit fiscal de Cataluña» (es decir, aportar menos dinero a la caja común) desde hace años. Tampoco debería dejar de ser notorio que el tripartido catalán (del que son los pegollos fundamentales Carod / Ezquerra y PSOE / Maragall) se ha constituido con esos dos ejes programáticos, más la idea de establecer la fórmula de concierto económico, semejantemente a Euskadi, para Cataluña.
Pues bien, en el señor Areces ha venido constituyendo una inveterada costumbre el correr a sostener con entusiasmo el palafrén del señor Maragall, es decir, del proyecto que, desde hace ya muchos años, viene defendiendo el PSC catalán, el "federalismo asimétrico", a saber, un Estado español federal (no España) a tres: Cataluña, Euskadi, España (en cuyo saco, como una más, estaría Asturies). Lo ha hecho al menos en cinco ocasiones públicas: en conferencias barcelonesas del 4 de julio de 2001 y 18 de marzo de 2002 (<>, volvía a repetir aquí), en la última campaña electoral catalana, en la declaración de Santillana (30 de agosto de 2003) y con ocasión de la puesta en marcha del gobierno tripartito catalán —en estas dos últimas ocasiones, con la colaboración del partido en Asturies y su Secretario General, don Javier Fernández.
(Es curioso, por cierto, como recordarán ustedes, que solo el señor Chaves y el señor Areces —y sus respectivas organizaciones— corrieron a saludar la constitución de aquel gobierno que, en su voluntad manifiesta, constituía un ataque evidente contra las autonomías de régimen común. Otros, como el señor Ibarra o el señor Bono —cuando todavía no había sido enmedallado por ser «la espalda más limpia de Occidente»—, manifestaron sus reticencias o su desacuerdo.)
De modo que, a lo largo de muchos años, el señor Areces —y con él el PSOE asturiano— ha sido sostenedor y cómplice del señor Maragall y de sus propósitos discriminatorios contra Asturies. Y desde la configuración del gobierno tripartito catalán ha sido también cómplice y jaleador del señor Carod-Rovira, parte fundamental de dicho gobierno. ¿Cómo puede decir, ahora, que está en contra de aquello que Maragall venía proclamando en público desde hace tantos años?
La única explicación es la amnesia. El presidente asturiano sufre, sin duda, algún trauma que lo ha privado de archivos cerebrales. De no ser así, solo cabría interpretar sus palabras como «mala fe», en el sentido sartreano,  esto decir, que don Vicente Alberto no sería capaz de arrostrar las consecuencias de sus actos y se niega a sí mismo como ser libre.
Una tercera opción es que el señor Areces cree que quienes padecen amnesia permanente son los asturianos y especialmente sus votantes. En ese caso el presidente de los asturianos practicaría lo que podríamos llamar «ética coyuntural» (algunos lo llaman «cinismo político», pero nosotros nos resistimos a utilizar esos términos). La sustancia de la ética coyuntural consiste en afirmar en cada ocasión lo que conviene o lo que se cree que los votantes quieren oír, con la seguridad de que la memoria de los ciudadanos es escasa y de que, especialmente los votantes de uno están imbuidos de fe, que es aquello que nos hace no creer lo que vemos y olvidar lo que sabemos.
Así los datos y la historia, así las opciones posibles para interpretar las palabras y la conducta de nuestro presidente, don Vicente Alberto Álvarez, ¿ustedes por qué se inclinan? ¿Padece él una grave pérdida de memoria? ¿Es incapaz de ver las consecuencias de sus actos? ¿O sospechan que nos cree desmemoriados y con unas tragaderas ilimitadas?
Yo, sin duda, me niego a suscribir otra tesis que no sea la de la desmemoria de don Vicente. Estoy absolutamente seguro de que el presidente es incapaz de cualquiera de las otras conductas o malicias apuntadas.
Esperemos que pueda recuperarse con el auxilio de los actuales recursos sanitarios públicos, porque si tiene que esperar hasta que esté disponible el hospital de La Cadellada, seguirá con amnesia por mucho tiempo.

¿Cómo fue lo de Cataluña? Los viejos camelos federales del PSOE

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PSOE: CAMELORUM FEDERALORUM ( LA NUEVA ESPAÑA, 22/09/03)
                                              


            Permítaseme sentar, ante todo, una premisa, la del punto de vista desde el que se escribe este artículo. Para quien lo hace, el cáncanu de Asturies, nuestro mal colectivo, nuestra enfermedad social —de la que es principal consecuencia la decadencia económica— no es un exceso de Asturies o de identidad, sino un exceso de España y un alto menosprecio de lo propio. No tenemos un problema con el resto de España, sino con nosotros mismos. No necesitamos, pues, más España, sino más Asturies.
            Y dicho eso, pasemos ya al objeto de este artículo, al análisis de lo que significan el ruido y las propuestas del PSOE en torno a la reforma de los estatutos de autonomía y su vago discurso federalista. Pero, sobre todo, centrémonos en lo que pinta Asturies en todo ello y en lo que significa para nosotros, como ciudadanos del Estado español. 
El documento donde esos asuntos se plasman es el llamado «Manifiesto de Santillana». Constituye, básicamente, un conjunto de vacuidades a las que se suman algunas propuestas un poco más concretas pero no muy precisas, como las de la reforma del Senado, la conferencia de Presidentes o la de una cierta presencia de las autonomías en la toma de decisiones de la Unión. Sobre ello una idea general: la de que se modificarán solamente algunos estatutos, los que sean precisos y cuando exista un consenso generalizado al respecto. Podríamos pensar la declaración constituye un puro acto propagandístico (que mucho hay de ello) o tener por bueno lo que susurran muchos socialistas: que una vez pasadas las elecciones catalanas, y cumplido el trámite de prestar al candidato Maragall un soporte de credibilidad autonomista / catalanista, todo quedará en agua de borrajas. No lo hagamos: creámoslos, tomémoslos en serio.
En política el significado fundamental de los textos no reside en sus palabras, sino en los móviles y destinatarios del mensaje, así como en las circunstancias del mismo y en su virtualidad para convertirse en realidad: acción social o norma. Es sabido que, desde el primer momento de la constitución del estado de las autonomías, vascos y catalanes no se encuentran cómodos en su encaje constitucional. Una parte porque no quieren estar en España, otra porque no acepta que los niveles de autonomía tengan una cierta homogeneidad en las diecisiete comunidades. De esa manera, vascos y catalanes han hecho, desde 1982, diversas propuestas de modificación del statu quo. La del PSC de Maragall se conceptúa como «federalismo asimétrico» y busca, en sustancia, una Cataluña menos integrada en España y que transfiera menos riqueza al resto de comunidades. La propuesta no solo responde a la concepción que el candidato socialista catalán tenga de su país o del Estado, sino que se constituye como un elemento básico para tratar de captar votantes de CiU en las elecciones autonómicas.
Sobre esta realidad y sobre la necesidad de hacer propuestas en Euskadi de forma diferenciada al PP, es sobre la que se construye el discurso del PSOE de renovación de estatutos para todos y de federalismo (supuestamente, generalizado). Pero en el propio PSOE saben bien que esa propuesta no es más que una artimaña seductora, una manera de edulcorar para el resto de España la voluntad de conceder a Cataluña y a Euskadi más capacidad de autogobierno (voluntad que, por cierto, el señor Zapatero transmitió en persona, a principios del 2003 y en la Generalitat, al Conseller en Cap, señor Artur Mas).
Que esto es así, que no va a haber reformas estatutarias para todos, no lo dice únicamente el panfleto santillanense, lo vienen reconociendo, de forma más explícita o velada, los principales responsables socialistas asturianos. Cuando señalan que la reforma no está en el calendario (Javier Fernández), apelan al consenso generalizado para ella (María Luisa Carcedo), la consideran un teórico futurible (Rubalcaba) o piden antes extraer las máximas potencialidades del actual estatuto (además de los socialistas, se incluyen aquí los comunistas asturianos, de una sorprendente moderación desde que comen del presupuesto también), quieren decir que, con respecto a una ampliación estatutaria seria para Asturies, tararí que te ví.
Por otro lado, además, la generalización de un nuevo “café para todos” dejaría insatisfechos a vascos y catalanes, con lo que la reforma no cumpliría el principal objetivo de la misma, que es la satisfacción de muchos de los pobladores de esos dos países. No menos importante es la propia estructura ideológica del partido proponente, fuertemente centralista en toda España, y muy especialmente en Asturies, que hace muy difícil cualquier avance descentralizador. En el mismo sentido opera el escaso peso que la FSA tiene dentro del PSOE: no hay más que ver los reportajes de los medios de comunicación estatales sobre las reuniones federales o autonómicas del mismo, oír a los responsables del PSOE (incluido Maragall) hablar, para observar que ni los socialistas asturianos existen ni el señor Areces tiene conspicuidad alguna, ni en España ni en su partido.
Y, en otro orden de cosas, a propósito del federalismo. Aun suponiendo que lo que desean los soñadores (dejémoslo así, en soñadores) fuese posible, ¿es que alguien piensa de verdad que una España de diecisiete estados federados (más aún que las entidades previstas por la constitución pimargalliana de la Primera República) es viable? ¿Pero están hablando en serio? Digámoslo con claridad: cuando los que deciden de verdad proponen algún tipo de federalismo, hablan de un Estado a tres o cuatro: Cataluña, Euskadi, España. ¿Sería, de verdad, ahí, mejor o mayor nuestra autonomía como asturianos?
En todo caso, mientras en el conjunto del Estado sean las fuerzas mayoritarias PP y PSOE, las únicas modificaciones esperables de alto calado en la estructura estatal son el reconocimiento de algún tipo de derecho de autodeterminación para Euskadi y un avance simbólico hacia la cosoberanía o el semifederalismo para Cataluña. Así, pues, quienes, en las demás comunidades, se muevan en el discurso federalista (especialmente en esas coordenadas) no harán más que empujar el cumplimiento de las voluntades políticas de esos países, nunca del suyo. Y, de esa forma, empequeñecerán a Asturies y agrandarán la diferencia que nos separa de otras autonomías.
Por eso, pues, resulta lamentable ver al Presidente de los asturianos, el señor Areces, como palmero del señor Maragall. Porque, cuando actúa así, ya sea a título individual (en Barcelona, por ejemplo el 4 de julio de 2001, apoyando al candidato del PSC o proponiendo que sea el estado español (no Cataluña únicamente) el que promocione a Joan Maragall, Carme Riera o Salvador Espriu —pero no a los autores asturianos), ya colectivo (en los órganos estatales del PSOE), va contra los intereses de Asturies, y no únicamente los políticos, sino también los económicos, pues el desenganche de Cataluña significará, sin duda, menos transferencias económicas para los asturianos. 
De modo que los socialistas asturianos, con el Presidente Areces a la cabeza, no solo se están mofando de los asturianos con propuestas de reforma que nunca habrá, sino que están ayudando intereses que son objetivamente contrarios (en los órdenes político y económico) a los de los asturianos. Es un camelo, pero dañino para los asturianos y beneficioso para catalanes o vascos.
Todo parece ser válido para esta gente mientras el engaño les permita seguir manteniendo su negocio.

SOCIALISMO ES BLA, BLA, BLA

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Cuenta la facecia que, en un pequeño pueblo, desesperado porque todas las noches le robaban alguna pera, el dueño decidió apostarse al lado del peral, en silencio y con disimulo. Por fin alguien traspasó la entrada y comenzó a subir al árbol. El dueño se acercó y, cogiéndolo en el aire por las partes dolorosas —esto es, pudendas—, comenzó a apretar mientras preguntaba «¿quién eres?». Solo el silencio le respondía, y, a cada silencio, volvía a efectuar la dolorosa torsión. Al fin, tras varias vueltas, una voz apenas audible, ronca, como salida de las mismas entrañas —o aun más abajo— del ladrón: «El muuuudooo».

Pues así estos del PSOE. Da igual que sea el señor Griñán, el señor Daniel Fernández, del PSC, la señora Soraya, el señor Rubalcaba, el señor Lastra: por más que aprieten ustedes (a doña Soraya por otro lado, evidentemente), a la pregunta de su solución para el órdago catalán no recibirán más que una respuesta: «federalismo».

Pura logomaquia. Porque no le aclararán en qué consiste ese federalismo, ni en qué es distinto ese federalismo del estado autonómico actual, ni si ese federalismo supone el reconocimiento de la soberanía previa de los estados o naciones federadas (como lo era el de la I República), ni si… Puro bla, bla, bla, una palabra mágica, toda emoción y ningún contenido.

Es evidente que para ellos tiene su utilidad: tratar de seguir navegando en las procelosas aguas de Cataluña y de seguir engatusando a sus votantes allí; no romper el PSOE con el PSC; tratar de colocar al PP (fundamentalmente, también a UPyD) como un partido cavernícola, no dialogante, y echarle a él la culpa de lo que ocurra. Pero ello no evita que sean incapaces de poner un solo concepto en el interior de la palabra, todo lo más vaguedades como el manoseado, vetusto y cansino tópico de la «reforma del senado».

Pero si son incapaces de decir, sí son capaces de hacer. Estos tipos, todos ellos, diputados y senadores, miembros de la Ejecutiva y del Comité Federal, impulsaron desde 2003 el «federalismo asimétrico» para Cataluña. Estos tipos, todos ellos, desde Rubalcaba a Javier Fernández y Areces, apoyaron, votaron y aplaudieron el Estatuto de 2006 y fueron parte importantísima en el proceso de excitación de la opinión pública catalana que desembocó en la actual demanda de independencia.

Y estos tipos, todos ellos, incluidos militantes y votantes, sostuvieron aquel estatuto de «federalismo asimétrico» que incluía privilegios económicos y políticos que nos hacían a los demás inferiores en derechos y que contenía cláusulas tan escandalosas como el 208.3 (eliminado por el Constitucional) que limitaba la «solidaridad» (la aportación de Cataluña) a la sanidad y la educación pero excluía otros ámbitos, por ejemplo, las infraestructuras o las redes informáticas; y todo ello, con la condición de que las demás comunidades realizasen un «esfuerzo fiscal también similar».

He sido muy bondadoso. Socialismo, este, el del PSOE, no es únicamente logomaquia, es también, como se comprueba, desigualdad.

Cerrando ya el artículo, se me aparece Abrilgüeyu, mi trasgu particular. «Pon tú —me dice— que históricamente federalismo es igualdad, y que «federalismo asimétrico» es como un cura que no cree en Dios». Me gusta, pero acabado de plasmar ello en el texto, descubro en internet y en las televisiones que ese latiguillo pertenece a don José Bono, que lo repite con su untuosidad habitual en cada sitio a que va a presentar su libro de memorias. Mientras dudo si borrarlo, vuelve a colárseme en el ordenador Abrilgüeyu:

—¿Ej que creej que te va a demandar por la autoría intelectual?

Ante mi dubitativo silencio, interviene otra vez:

—Y añade ahí que él asistió impertérrito a todo el proceso de generación del federalismo asimétrico catalán siendo nada menos que Ministro de Defensa. Ya verás cómo no dice nada.

Tiene razón mi trasgu particular. ¡Qué tipos, estos socialistas!

Areces: ¡Pómpares de xabón!

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En la década de los 80 -regnante Areces en Gijone- popularizamos una expresión, "Areces: pómpares de xabón". Tan la popularizamos que el mismo Areces llegó a contestar un día en una inauguración: "y ahora que digan que lo nuestro son pompas de jabón".

Nun fai falta qu'aclaremos al intelixente llector lo que queríamos decir con ello: una política vana que parecía´que facía pero que nun facía, una nuez valera, una castaña folleca. (Tengo asoleyáu un artículu sobre un aspectu concretu d'aquella política: "Alcalde Areces: pómpares de xabón", en Teoría y práctica d'Asturies (1999)).

Avisamos incluso d'ello al PSOE y a la sociedá asturiana delles vegaes nel Parlamentu, cuando'l PSOE y la sociedá asturiana en xeneral creíen que-yos llegaba'l bálsamu de Fierabrás.

Dempués de munchos años lo que yera aquella política queda a la vista. Pero nun voi entrar agora nello. Solo quiero señalar que, anque tarde, aquella espresión y conceptu va caltriando como la meyor forma de denomar los gobiernos y la forma de gobernar PSOE-Areces (¡tan socialdemócrata!).

Asina, l'editorial de la Nueva del domingu 18: "un eslogan más del arecismo de humos y fastos" (a propósitu del so discursu nel Ritz madrileñu: "En Asturias hemos superado mejor la crisis que en el conjunto de España". Y el martes 20, Luis M. Alonso, nun artículu entituláu "La Isla y la burbuja", "aquella burbuja que se evaporó como sucede con las pompas de jabón".

LA OBSOLESCENCIA DE LOS LÍDERES Y DE LAS ILUSIONES

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En un discurso electoral efectuado el 4 de junio de 1945, Winston Churchill proclamaba el derecho del «hombre corriente» a derribar el gobierno «si cree que con ello va a mejorar su humor o va mejorar su casa o su país». El concepto entraña una visión de la sociedad semejante a aquella que expresa Guicciardini: «Tal es la naturaleza de los pueblos, inclinada siempre a esperar más de lo que se debe, a soportar menos de lo que es necesario y a estar siempre enojado con las cosas del presente».

En esa idea de que el ciudadano vota muchas veces por «mejorar su humor», porque está «enojado con las cosas del presente», se halla el secreto de una gran parte de los cambios de gobierno en cualquier país democrático. Y es que, efectivamente, el atractivo de los líderes o de los tópicos de discurso, de la prevalencia de los partidos suele tener el tiempo contado en la opinión pública, por meras razones de cansancio o hastío. En el ámbito de la política estatal (por el contrario, en el ámbito autonómico y, sobre todo, municipal, los dirigentes tienden a eternizarse como elegidos por sufragio), ese tiempo suele ser el de los ocho años, las dos legislaturas. Los encargos por tres legislaturas tienden ya a ser excepcionales.

Aunque en estos momentos tendemos a pensar que muchos de los cambios a que estamos asistiendo o vamos a asistir en la gobernación de los países se deben a lo extraordinario de la coyuntura, debemos pensar que esa tendencia a la «limitación natural de los mandatos» opera como norma general en los países de opinión. La gente se aburre de ver las mismas caras, de oír los mismos discursos, y busca el cambio y la novedad que, sobre ser excitantes de por sí, conllevan la esperanza de mejoría. Cuando, además, las cosas andan mal, el votante descarga las malas pulgas de su responsabilidad sobre la propicia cabeza del político, ese chivo expiatorio del malhumor colectivo. Si Popper estimaba que la esencia de la democracia no consiste tanto en el hecho de conferir el poder al pueblo sino, sobre todo, en que dota a la sociedad de un método para cambiar de gobierno sin derramamiento de sangre, a esa virtud debemos añadirle la de proporcionar un método de catarsis generalizado a precios escandalosamente baratos en sus costos directos para los beneficiarios.

Ahora bien, si ese es el punto de vista del «hombre corriente», para quienes se ven expulsados del poder la perspectiva es, sin duda, otra. Especialmente, si consideran —como así es en general— que han actuado lo mejor que sabían y podían, y que han entregado una parte importante de su vida en pro del bienestar de sus conciudadanos. Sobre el sentimiento de estupefacción e incomprensión, sus emociones no deben ser en nada lejanas a aquellas que Odiseo expresa en las palabras que a Anfínomo dirige en el canto XVIII: «Nada cría la tierra más endeble que el hombre de todos los seres que respiran y caminan por ella. Mientras los dioses le conceden suerte y sus rodillas son ágiles, piensa que jamás en el futuro van a caer sobre él desgracias; pero cuando los dioses felices le envían miserias, incluso estas las tiene que soportar con ánimo valiente, contra su voluntad.

De ese modo se sentirá ahora Zapatero. Así Berlusconi y Papandreu. Tales Suárez, González, Aznar o, entre los nuestros, Silva, Vigil, Trevín, Marqués, Areces.

PS. Al principio de la campaña afirmé que la previsión de Foro de obtener cinco escaños era «manifiestamente exagerada». Pensaba yo entonces que, en estas elecciones, para esa formación un escaño sería un buen resultado; dos, para tirar voladores. Y creía, además, que era prácticamente segura la obtención de un acta. Las encuestas del pasado fin de semana me producen alguna duda. Le atribuyen un escaño, como saben, los estudios de El Mundo y de LA NUEVA ESPAÑA. No se la dan ni El País ni ABC. Pero los datos del sondeo de este periódico introducen serias dudas sobre esa previsión. Pues, en efecto, mientras que la estimación de voto final sobre el declarado oscila para los demás partidos entre el 0’5% (para el PP) y el 6,5% (para el PSOE), el de Foro sube de un 6,3% a un 17%, esto es, se calcula que la formación casquista va a tener un apoyo tres veces superior al expresado por los encuestados.

Mi opinión es que los redactores del estudio son víctima de su «error» en las elecciones autonómicas de mayo. Habiendo estimado a la baja en estas el voto de Foro, no quieren volver a equivocarse en el mismo sentido y, por ello, han sobreestimado ahora el número de electores. De ser correcta mi interpretación, los datos del sondeo de La Nueva España conducirían más bien a un pronóstico como el de El País o ABC. Esta noche, la respuesta.

Areces, monologuista del Club de la Comedia

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¡Home, porque mira qu'él y los del PSOE! ¡Ellos si que faen lo que prometen!

¡Pa mexase de risa!

Areces opina sobre Riopedre

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Areces ve más luces que sombras en la gestión de Riopedre

El presidente del Principado, Vicente Álvarez Areces, ha asegurado hoy que "las luces deslumbran con mucha más intensidad que las pocas sombras que pueda haber" en la gestión del ex consejero de Educación y Ciencia, José Luis Iglesias Riopedre, en sus siete años al frente de este departamento.

Areces se ha pronunciado en estos términos en presencia de Iglesias Riopedre durante el acto de posesión de Herminio Sastre como nuevo consejero de Educación y Ciencia.

En un acto que ha servido también como despedida de Iglesias Riopedre, que presentó su dimisión el miércoles por problemas de salud, el jefe del Ejecutivo asturiano ha recordado la amistad y el trabajo que le han unido desde que se conocieron en 1971 en Santiago de Compostela.

"Iniciamos una larga relación de compartir ideario político y lucha por la democracia y las libertades en este país, que quizás para las nuevas generaciones parezca una frase hecha, pero que para nosotros es toda una vida", ha subrayado.

El jefe del Ejecutivo asturiano ha recordado que siendo él director general de Educación en Asturias en 1983 inició junto a Iglesias Riopedre una etapa de trabajo que les llevó a superar las grandes carencias que había en la enseñanza asturiana.

Así, ha afirmado que Riopedre puso en marcha programas educativos novedosos, como los que permitieron a muchos niños conocer el mar por primera vez, y que destacó por una "feliz gestión" que continúo en años sucesivos, a partir de 1999 como viceconsejero de Educación y como titular de este departamento desde 2003.

Según el jefe del Ejecutivo asturiano, toda la vida de Riopedre se ha caracterizado por su convicción de que la educación es la mejor herramienta para conseguir más igualdad y oportunidades.

Areces, que le ha agradecido "su compañía, cariño y amistad" ha afirmado que después de que el médico le haya prohibido absolutamente "cualquier trabajo que le provoque estrés", ha asegurado que "tiene perfecto derecho" a cuidarse "un poquito y a disfrutar de la vida junto a su familia". (EFE)

La Nueva España del 06/08/2010

Teatru: "Areces califica de «absoluta prioridad» el AVE y la autovía, y urge su conclusión"

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Areces espatuxa. Él y el Gobiernu (el PSOE y IU) faen agora como que protesten delantre'l Gobiernu de Madrid, pol retrasu nes obres na autovía del Cantábricu y l'AVE.

¡Ellos, que son palafreneros sumisos del Gobiernu central (cuando ellos manden)! ¡Ellos, que lleven 12 años viendo amontonar retrasu enriba retrasu y incumplimientu tres incumplimientu nes obres públiques ensin decir ná de ná! ¡Ellos, que corrieren a sofitar l'Estatut de Cataluña y otros, que son una agresión directa a los asturianos! ¡Ellos y él, que glayen de placer cada vegada que'l Gobiernu central-yos la espeta a los asturianos! ¡Ellos, que lleven llustros ensin reclamar el cumplimientu del actual estatutu asturianu! ¡Ellos, que lleven doce años ensin reformar l'actual estatutu asturianu!

¡ÉL, DON VICENTE ALBERTO ÁLVAREZ ARECES, SUMISU SERVIDOR DE MADRID TOOS ESTOS AÑOS! ¡ELLOS, EL PSOE, "RESERVA ESPIRITUAL" DEL PROVINCIANISMU OCCIDENTAL! ¡ELLOS, IU, SOCIOS SUMISOS D'ESTI GOBIERNU DE CENTRALIEGOS!

¡YE TAN GORDO, QU'AGORA QUIEREN FACER COMO QUE S'ENFOCIQUEN Y COMO QU'ESPATUXEN!

¡TEATRU, PURU TEATRU!

(Pa ver el guión de la comedia, pinchar equí embaxu. Pa sentir la música de la comedia, pinchar nel videu d'enriba)

Na despedida de don Vicente Alberto

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Agora que don Vicente Álvarez Areces acaba de facer la so lloa nel llamáu "Estáu de la Rexón", como si tuviere él solucionao tolos problemes d'esti país, vuelvo asoleyar esti artículu qu'evalúa la so actuación y, sobre tou, avisa de que'l cambiu de candidatu, por Javier Fernández, nun ye más qu'una comedia y una engañifa, pa facer como que les coses van ser distintes, menos males, a partir d'agora.


El adiós de un espejismo

Cuando, allá por el 97, se empezó a rumorear que Fernández Villa (a quien ni siquiera lo echó atrás en su decisión el que una agorera caja de sidra le cayera encima en Rodiezmo) había decidido que don Vicente Alberto sustituyera a don Antonio en las listas del PSOE, sólo unos pocos alertamos de que la ilusión y la esperanza generalizadas con que se acogía a Álvarez Areces carecían de todo fundamento. Pues, efectivamente, aunque el personaje había obtenido fama de magnífico gestor como alcalde de Xixón, esa fama era fruto de la propaganda -para la que tan buenos son él y su partido-, no de ninguna realidad. De «pómpares de xabón» habíamos calificado su actuación como munícipe. Y, efectivamente, las grandes novedades de Xixón (zona portuaria, Muro de San Llorienzu, Playa de Poniente) fueron obras de la administración central. Por el contrario, todo lo que dependió del Ayuntamiento de Areces o no se resolvió (ahí queda todavía el saneamiento, comprometido en 1992, por realizar) o se hizo de forma muy discutible (recrecido de la muralla) o ni siquiera se abordó (lo relativo, por ejemplo, a suelo industrial y empleo; la estación de autobuses, para la cual, por cierto, pusimos dinero a través de los presupuestos regionales acordados con el Gobierno de Sergio Marqués) y, en algunos casos, no pasó de comedia (el tranvía, las lanzaderas «espaciales»).

De modo que, hay que recordarlo, la llegada de don Vicente Alberto Areces a la Presidencia fue acogida con enorme entusiasmo por una parte importante (no únicamente los socialistas) de la sociedad asturiana, que esperaba alguien que viniese a sacarla de su marasmo. Pasada la primera legislatura, empero, eran ya pocos los no habían caído en la cuenta de que la eficacia de don Vicente Alberto no había sido más que un espejismo en que habían querido creer o en el que les habían hecho creer.

Porque si pasamos repaso a su gestión al frente del Gobierno asturiano, el calificativo de «incapacidad» (o de «pómpares de xabón», otra vez) es el único que cabe: corrió a sustituir un programa de incentivos al empleo que funcionaba muy bien por otro de mero carácter ideológico, que no obtuvo los frutos del primero; se dejó pillar, por ambición, en un pésimo traspaso de la enseñanza y en un mal traspaso sanitario; no ha puesto en marcha, en la práctica, más obras de carreteras que aquellas que estaban ya diseñadas en los presupuestos que nosotros firmamos con el Gobierno Marqués; la disposición de terrenos industriales abundantes y baratos es muy defectuosa; no ha sido capaz de gestionar con eficacia los fondos mineros; no ha aprovechado los años de bonanza económica para animar a modificar la estructura económica del país; bajo su mandato han empeorado notablemente las cifras de paro; no ha completado los grandes saneamientos del país (Uviéu, Avilés, Xixón); no ha sacado fruto a los fondos milmillonarios que nos han llegado de Europa y el Estado; no ha terminado todavía los enlaces de la autovía minera, ha dejado pudrirse el metrotrén, no ha conseguido que avanzase suficientemente la Autovía del Cantábrico; ha dejado gangrenarse la cuestión del vertedero de la zona central...

Podríamos seguir, pero baste añadir dos cosas: se ha portado como el más sumiso de los siervos frente a las decisiones de Madrid y su partido que perjudicaban a Asturies y ha, incluso, acudido a aplaudir e impulsar otras, tal el estatuto catalán. Por otra parte, y en lo referente al mundo de la cultura, su balance es negativo en todos los sectores, especialmente, en el ámbito de la normalización lingüística del asturiano (radio, tele, enseñanza, toponimia, etc.), donde se ha comportado siempre con hostilidad.

Con todo, hay que reconocer que Álvarez Areces es una fuerte personalidad política, con una gran capacidad de seducir. En ese campo, incluso, ha sabido crear, ya desde los tiempos de Perlora (cuando abandonó el PCE porque el desdeñar el leninismo le parecía un paso atrás-¿en el camino de qué?-), un grupo de fervorosos entusiastas de los que ha hecho su guardia personal. Del mismo modo, ha sabido tratar adecuadamente a sus antiguos conmilitones comunistas (hoy en IU), cuyo exacto valor para llegar a acuerdos siempre ha sabido tasar eficazmente. Ha de decirse también que, en algunos aspectos, ha mejorado mucho con el tiempo. Aquel Álvarez Areces que pretendía quitar la palabra a la oposición en los primeros plenos de la Xunta Xeneral ha refinado sus maneras democráticas, aunque a veces parezca saltarle algún tic autoritario (que también pudiera verse como de decisión y autoridad, no digo que no), como cuando detiene con su propia mano bípedos implumes manifestantes. Asimismo, su capacidad para entender la realidad del mundo económico y para no complicar las cosas con decisiones caprichosas desde el Gobierno parece haber aumentado. ¡Lástima que haya costado tantos años el aprendizaje!

En todo caso, no vuelvan a dejarse engañar por un espejismo: salvo en el pequeño ámbito de su séquito y de su guardia pretoriana, Areces no ha sido más que un sumiso recadero del PSOE; todas sus políticas, estatales o asturianas, han sido dictadas, aprobadas o aplaudidas por la organización en cuyas listas se presentó. De modo que cualquier otro que venga es tan responsable como él del enorme fracaso y despilfarro que han sido los años arecistas. Si lo cambian, es para seguir haciendo lo mismo pero haciéndoles creer a ustedes, ante la urna, que va a ser distinto.

¡Atención al nuevo espejismo! Es el espejo donde Areces se reflejaba y el que seguirá reflejando sus misma políticas cuando éste se vaya.